lunes, 22 de junio de 2009

El retorno del Stupid Boy...

Desde muy pequeño siempre he detestado las servilletas de papel, me parecen innecesarias y un gasto excesivo, un sacrificio insano de árboles y naturaleza. He sufrido un extraño caso de amor-odio con el fuego; los fósforos llaman mucho mí atención. Los detesto porque su tallo esta hecho de madera, lo adoro porque la pólvora puede incendiar todo lo que toca. He estado varios años en rehabilitación para curar una enfermedad que hizo que mí psicólogo me clasifique en el file de los Piromaniacos, pero ya hace mucho tiempo que no juego con fuego. Al menos no literalmente. Soy ecologista pero nunca sería vegetariano.
Ver gente escupiendo en el piso me causa mucha aversión, no es que pretenda ser fino y educado, sólo que soy asquiento hasta las lágrimas. Una arcada extraña puede lograr en mí el mayor de los vómitos hechos por un ser humano. Un olor muy fétido puede producirme náuseas de varias horas. Y un simple comentario o foto repugnante puede hacer que mí presión baje hasta ultratumba y dejarme helado como hielo seco. Odio tener que fingir atención o interés en conversaciones con gente inútil, detesto quedar bien siendo hipócrita. Censuro a la gente que tiene dos caras, una cuando necesita un favor y otra cuando no te necesita. Pero más me jode el no poder mandarlos a la mierda, porque soy un webón protocolar, medio caballeroso, que evita peleas y a veces pone la otra mejilla. Odio, aborrezco, detesto, fustigo, me causa animadversión, tirria, antipatía y ojeriza la gente soberbiamente idiota y que encima baila reggaeton. Y que peor aún lo baila como su género opuesto.

No tengo un tipo ideal de mujer, me han gustado de cualquier etnia, piel, matiz o religión. Eso sí, me enamoro perdidamente de la inteligencia, a tal punto que puedo adorar una bienhechora conversación y amar buenas respuestas. ¿He sufrido por amor? Yo creo que sí, cuando la Dra. K me deja o me abandona vivo en el limbo y sin rumbo. Aunque nunca quiera reconocerlo, mí vida es parte de ella, por eso soy feminista hasta los huesos. Porque ella también lo es. Por eso respeto las señales de tránsito, porque ella me enseño a respetarlas. Por eso pienso y luego existo, porque ella me enseño a pensar, y pensar bien. Por eso me encanta amarla, porque ella fue la única que me enseño como hacerlo.

Volviendo al tema principal, que es una de mis acostumbradas catarsis -nuevamente- me jode la gente que come con la boca abierta y peor aún si conversa masticando. Carajo que te puedes atorar, imbécil que se te ve la garganta y los dientes llenos del bolo alimenticio. Ciérrate sésamo. Aborrezco mis falsas y cobardes ganas de querer mandar todo a la mierda y dedicarme a escribir, y tratar de ser un literato ramplonamente desconocido, y con carro en la puerta de su casa. Detesto a las moscas y los zancudos, los baños sucios y hacer cola. Detesto los mocos y la gente que eructa y se tira pedos como si fuera gracioso. Me gustaría alicatarles el culo con brea, eso si sería muy gracioso.

Si me pidieran musicalizar mí vida lo haría con la canción: Here whit me de Dido, no sé porque me parece genial, espléndida. Me relaja, me mata y me renueva. Me transporta y me acarrea. Me deja morir en paz, creyéndome libérrimo…

3 comentarios:

Noé Alvarado dijo...

YO aprendi a hacer rosas de servilletas de papel...y funcionana bien :D

Por otro lado, algo que me caracteriza es mi poco asco... uhmmm

Amo las mujeres intelectuales, me encanta tener buenas conversaciones, me extasean las respuestas adecuadas y surreales...

Tb soy feminista, y poco prejuicioso... tanto asi que muchos hombres me creen estupido y algunas mujeres me adoran :D

Salu2

LaMabe dijo...

TE apoyo con lo de dido.
Chevere post!

brujita dijo...

La unica madera que destrocé fué para el palo de mi escoba...je,je y creo que cumple una función digna del árbol que la donó. ¡No ahora en serio! creo que si no defendemos la naturaleza, ella se vengará...

Besito volado.