miércoles, 5 de agosto de 2009

Yo quería ser Don Juan, tú Puritana...


Recuerdo haberme despertado ebrio, muy ebrio. No recuerdo haber estado tan intoxicado como ese día. La cabeza aún me daba vueltas, la cara me dolía, los brazos me rabiaban y las arcadas iban y venían como contracciones fulminantes, cada treinta mentadillas. Revise la hora y mí reloj no funcionaba, yacía destrozado al lado de mí cama. Mí celular repleto de llamadas perdidas de mujeres pérfidas me informó que eran las once de la mañana. Demasiado temprano para aguantar tan terrible resaca. ¿Dónde están mis diazepan? Necesitaba un cocktail urgente. Era de vida o muerte cortar las arcadas y dormir placenteramente hasta el día siguiente. Para mi mala suerte era feriado y no había ninguna botica abierta, y mis pepas de reserva se habían agotado haciendo un punto aparte.

Llevaba ya casi dos años sin probar una gota de alcohol y agregados, hacía ya mucho tiempo que estaba limpio. Tenía meses sin saber lo que era una resaca. Ostentaba mí propio record de cuantas horas llevaba sobrio. Contabilizaba cronométricamente los segundos que vivía sano, pertinente y haciendo deporte. “Yo te prometí hacer deporte pero era una mentira para robarte un tal vez”, esos fueron los votos que hice, dejar todo por una quimera temporal. Y nos embarcamos en la aventura de reprimir mí estilo crápula de dipsómano cohibido y toxicómano farsante y temeroso.

Yo a cambio sólo pedía falanges, falanginas y falangetas. Me pagabas con bajas pasiones y mis labios aprovechaban tus rincones más olvidados, más inolvidables. Mientras que yo hacía planes con tú ombligo y te nombraba damisela de mis noches más perturbadas y onanistas. Tú te desvivías en llamadas que nunca contestaba. Mientras yo departía un coitus interruptus con tu frágil anatomía. Tú me pedías tiempo juntos y yo respondía tiempo al tiempo. Reclamabas besos y abrazos, mientras yo no quería caer en la trampa letal de las parejas de empezar a querer y segundos después desquerernos.

Y maldecía el buen marketing de los recién casados, mientras tú soñabas con afirmaciones de enlazados. Yo quería ser Don Juan, tú puritana y me hablabas del futuro y del mañana. Las razones eran obvias, no reclames. Yo iba al sur y tú al norte. No te culpo por los cuernos que nos dimos, ni reclamo por orgasmos tan fingidos. La pasamos tan bien entrometidos, llenando recovecos con espasmos, jaleas y graznidos…

5 comentarios:

Noé Alvarado dijo...

eso es lo peor, el que cada uno jale para su direccion... es lo peor el sentirse bien, pero el saber que a la larga nos sentiremos mal...
es lo peor que el creerse compatibles en escencia, pero tan distintos en intención...

es lo peor....intentar correr una carrera ya perdida, pero que es tan satisfactoria....

Es como cocinar en el sol... mientras disfrutas del alimento... te cocinas tu mismo...

Genial Cedro!

Anónimo dijo...

Hola Cedro, te felicito, es uno de los post más geniales que he leído de ti. Me pregunto ¿si es verdad que en realidad pudiste "desquerer" alguna vez?. O tal vez sigues queriendo en sueños.
Quisiste ser Don Juan o lo fuiste?
Los rincones olvidados siguen en el olvido?
Besos niño loco
Anónima ;)

Le* dijo...

esta chevre...pero algunn dia asentaras cabeza....algun te enamorarás y te pasará lo mismo...

Le* dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Le* dijo...

ok el mio es lemi_1488@hot..agregame entrare al msn