viernes, 21 de agosto de 2009

1,400 días y 60 noches...

La Dra. K dice siempre lo que piensa y casi nunca piensa como yo, todo para ella es un ir y venir en contra mío. Eso lo entiendo y me gusta, yo siempre ando equivocado en todo y exagerando la vida. Ella me regresa a la tierra mientras yo vivo volando, pensando en libros, frases, palabras y en futuros que pueden ser. Yo quiero ser un bohemio intelectual y letrado, ella quiere ser una profesional brillante y docta. Yo estoy muy alejado del camino correcto, me queda un 100% por recorrer, ella ya tiene la mitad del tramo resuelto. Yo la amo con locura y malicia, ella con candor y osadía.


Soy un tirano, mandón, renegón, desconsiderado, lenguaraz, blasfemo, compulsivo, muchas veces zafio y pocas veces hipócrita. Pero ella me doblega en un dos por tres. Ella es fashion y delicada y me enseño a vestir. Yo era un desfachatado, huachafo y pelucón sin presencia. Pero creo que ella vio en mí un potencial donde pulir. Yo vi en ella mí salvación y un nidito donde poder construir mí mundo imaginario. Yo no lloró mucho, ella llora más, a veces por mí culpa y otras tantas x el resto, ella es afable y yo soy grotesco y fallado. Yo la hago reír mucho y ella en recompensa me dice que me ama. Yo soy un cómico ambulante y ella una mina de seda.
Ella no tiene currículum amoroso, el mío era ancho y ajeno. Pero creo que ella buscaba un amor quimérico, por eso fue posible nuestro amor. Y no sé si ella se siente igual que yo, sólo sé que hoy me levante absorto, dichoso, feliz, suertudo, próspero, venturoso, afortunado, contento, alegre y un poco mucho satisfecho. Y me sentí por mucho tiempo amado de verdad y sin celos del aire y las miradas ajenas. Me sentí confiado. Le entregué mí vida, mí pasión y mis formalidades. Le regalé mí futuro y mis libros. Le robé mí pasado mugriento y lo envié a un vacío vano y sin marcha atrás, un camino sin retorno.
Tengo una novia de buena familia, con miedos y temores, con amores y desamores, sincera y directa, febril y discreta. Mí sueño, mí vigilia, mí adicción: Calita…

jueves, 13 de agosto de 2009

Cartas Extraviadas (Capítulo I)

Piura, 25 Febrero del 2003


Querida ex amiga:

Medité mucho antes de empezar a garabatearte esta carta. En el fondo sé que no la vas a leer, o si lo haces imaginarás que no es para ti, que no la entendiste o que escribo tan mal que no vale la pena recordar nuestros funestos días. Yo creo que si no la lees es porque aún no has aprendido a leer.
Recordada ex cómplice, sólo me urgía saber cómo te encuentras, hace muchos años no sé absolutamente nada de ti, ni de tú vida. Ostentas alegrías? Sufres desdichas?. Recuerdo la última vez que nos vimos, fue en casa de tú abuelo, hicimos el amor en el escritorio, nos besamos en la cochera, jugueteamos en los muebles y luego peleaste conmigo porque mí celular no paraba de sonar. Y llamaste puta a todas las mujeres que me rodeaban. La puta era yo, no ellas. Luego me llamaste pero nunca más estuve para ti. Sorry, fue sin querer.

Apreciada ex amiga, te extraño, a veces veo tus muecas en caras desconocidas, a veces (alucina) que escucho comentarios súper huecos como los que tú solías hacer (alucina). Es muy raro todo esto, yo estoy seguro que tú de cuando en vez te acuerdas de mí, cuando oyes una broma tonta, cuando ves a un idiota con cara de ganso y sé que me extrañas mucho cuando no te satisfacen plenamente (Gritas mí nombre en silencio). Yo también me acuerdo mucho de ti, sobretodo cuando como lechuga lombarda y chocotejas de pecana.

Adorada ex amiga, recuerdo tus lágrimas en la sala de tú casa, las risas incontrastables que hacían eco por toda tú casa. Los ladridos de tú perra (que me quiso más que tú). Recuerdo los ex recuerdos y cuentos que nos inventábamos para pasar la tarde. Te soy sincero, ex amiga, ya no recuerdo las cosas malas que te hice. Las olvide por completo. ¿Y tú? No creo, mis perjuicios son imborrables, te dejaron la piel tatuada. Y sé que aún me odias un poquito por tanta malquerencia y desengaño. Bueno ódiame pues, ódiame mucho, no me hables nunca más, aborréceme, detéstame, tenme siempre entre ceja y ceja, deséame la muerte, pídele a Dios que me haga pagar todo lo que te hice, si me ves por la calle (improbable) voltéame la cara de un sopapo. Sabes qué te recomiendo, ex amiga, que contrates un par de fortachones para que me den mí merecido. Que me masacren por ser tan canalla y un completo granuja.

Querida ex amiga, estoy seguro que nunca podrás hablar bien de mí, no te lo estoy pidiendo tampoco, ok?. No quiero pleitesías ni reclamo consideraciones. Pero vamos, no seas tan resentida, siempre hay dos culpables, mi añorada ex amiga, la carta es corta, espero que lo tomes con soda, como te lo enseñé siempre. No hagas hígado, esta carta no verá la luz nunca. Te soy sincero (por 1º vez) antes de éste escrito habían palabras de amor y arrepentimiento, pero (alucina) que no las siento mías. Y no quiero mentirte más, por el bien de nuestra ex amistad.

Oye, ahora que ya somos ex amigos, tú crees que podamos conversar por teléfono como antes? Horas de horas súper divertidas. O mejor aún, si salimos un día de estos a comer helados, al cine o a cenar. Nada de romanticismos, pura ex amistad. No intentes besarme como cuando te conocí, recuerda que ahora nuestro status es de ex amigos, y los ex amigos no se andan besuqueando en recovecos oscuros. No te voy a tomar de la mano y apretujarla fuerte como pidiéndote que no te vayas. No, no haré eso. En serio ex amiga, confía en mí. (Aunque suene ilógico). En serio ya cambié, un poquito al menos. Tú sabes que soy un ser demasiado imperfecto. Too much dirían tus amigas del club. Oh my god diría tú mamá.

Oye, te conté que me volví escritor, bueno estoy exagerando, estoy intentando serlo. Según las primeras críticas parece que me puede ir bien y tal vez algún día tenga dinero sufi sufi (Alucina). Si pasa eso te regalo un libro autografiado y si quieres te invito un café en La Tiendecita Blanca de la Av. Larco. Bueno, antes de lanzar el libro tengo que confesarte que está narrado en primera persona (yo) y cuenta todas mis intimidades contigo. Espero no te ofenda esta minucia, porque yo creo que deberías sentirte halagada de que te haya escogido. (Alucina). Aún no tiene nombre, pero si me das ideas prometo compartir contigo los laureles y las regalías. Y hasta te lo podría dedicar por servirme de vil inspiración.

Bueno ex amiga, espero no haberte aburrido con tan tonta carta, y desearía una pronta respuesta. Te extraño un poco mucho.

Con amor y odio (alucina)

Cedro.

PD1: Ódiame y detéstame, pero no te olvides de mí. (Diría yo)
PD2: ¡Que poca madre! (Dirías tú)
PD3: Peléate tú conmigo, yo no tengo ganas de pelear. (Diría yo)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Yo quería ser Don Juan, tú Puritana...


Recuerdo haberme despertado ebrio, muy ebrio. No recuerdo haber estado tan intoxicado como ese día. La cabeza aún me daba vueltas, la cara me dolía, los brazos me rabiaban y las arcadas iban y venían como contracciones fulminantes, cada treinta mentadillas. Revise la hora y mí reloj no funcionaba, yacía destrozado al lado de mí cama. Mí celular repleto de llamadas perdidas de mujeres pérfidas me informó que eran las once de la mañana. Demasiado temprano para aguantar tan terrible resaca. ¿Dónde están mis diazepan? Necesitaba un cocktail urgente. Era de vida o muerte cortar las arcadas y dormir placenteramente hasta el día siguiente. Para mi mala suerte era feriado y no había ninguna botica abierta, y mis pepas de reserva se habían agotado haciendo un punto aparte.

Llevaba ya casi dos años sin probar una gota de alcohol y agregados, hacía ya mucho tiempo que estaba limpio. Tenía meses sin saber lo que era una resaca. Ostentaba mí propio record de cuantas horas llevaba sobrio. Contabilizaba cronométricamente los segundos que vivía sano, pertinente y haciendo deporte. “Yo te prometí hacer deporte pero era una mentira para robarte un tal vez”, esos fueron los votos que hice, dejar todo por una quimera temporal. Y nos embarcamos en la aventura de reprimir mí estilo crápula de dipsómano cohibido y toxicómano farsante y temeroso.

Yo a cambio sólo pedía falanges, falanginas y falangetas. Me pagabas con bajas pasiones y mis labios aprovechaban tus rincones más olvidados, más inolvidables. Mientras que yo hacía planes con tú ombligo y te nombraba damisela de mis noches más perturbadas y onanistas. Tú te desvivías en llamadas que nunca contestaba. Mientras yo departía un coitus interruptus con tu frágil anatomía. Tú me pedías tiempo juntos y yo respondía tiempo al tiempo. Reclamabas besos y abrazos, mientras yo no quería caer en la trampa letal de las parejas de empezar a querer y segundos después desquerernos.

Y maldecía el buen marketing de los recién casados, mientras tú soñabas con afirmaciones de enlazados. Yo quería ser Don Juan, tú puritana y me hablabas del futuro y del mañana. Las razones eran obvias, no reclames. Yo iba al sur y tú al norte. No te culpo por los cuernos que nos dimos, ni reclamo por orgasmos tan fingidos. La pasamos tan bien entrometidos, llenando recovecos con espasmos, jaleas y graznidos…