lunes, 13 de diciembre de 2010

El último viaje (Cuentos Extraviados - Parte II)


-Un viaje a París… que te parece? Te gustaría ir a visitar a tus primos que viven allá? Te daría una buena bolsa de viaje, y un pasaje en primera clase.
Ese fue el regalo de mi padre cuando cumplí 18 años, un regalo a la Ciudad de las Luces.

-Si!! Me encantaría ir, es el mejor regalo de mi vida, gracias papá, voy a divertirme como si fuera el último viaje de mi vida.
Y así fue como viaje rumbo al último viaje de mi vida, claro hasta ese momento yo no sospechaba nada, pensé que sería una aventura más pero creo que me equivoque, el destino me tenía preparado otros planes.


Me llamo Alejandra Samanes, como ya sabrán estoy a punto de cumplir 18 años, estudio comunicaciones en una conocida Universidad de Lima. Me encanta viajar, hacer turismo, conozco casi toda América y la mitad de Europa, así que este viaje abrirá mucho más las fronteras de mi conocimiento geográfico, cultural y social por supuesto.


Llegué a mi destino un jueves, mis primos me recibieron en el Aeropuerto Charles de Gaulle, a unos 25 Km. de París; luego fuimos a su departamento que quedaba en Bagnolet, cerca de la Basílica de Sacré Cceur, en una de las mejores zonas de París. Deje mis cosas en el cuarto, y nos fuimos de tour por la ciudad, visitamos el Museo Dorsay, el Palacio de la Bastilla, el Castillo de Vincennes, y obviamente La Torre Eiffel.


- Prepárate para tu primera noche Parisina. Dijo uno de mis primos


Así que me puse lo mejor que tenía y salimos de disco, conocí a un grupo de franceses, y quedamos en que me llamarían para salir, lo tome más como una cortesía, así que no lo tuve en mente hasta que sonó el teléfono. Era uno de los chicos que conocí en la disco y como parecía muy interesado en mí, decidí tratarlo de la misma forma como ellos habían sido conmigo, atentos, caballeros y muy sofisticados. Fuimos a un bar. Al pasar las horas y los tragos, empezamos a desinhibirnos, a conversar más cerca, a juntar las manos, a juntar los labios, todo paso tan rápido que cuando me di cuenta estaba en su cuarto, desnuda y haciéndolo desenfrenadamente, nunca en mí vida había tenido tanto placer sexual. Olvide la cordura, estaba de vacaciones, lejos de todo tipo de reglas, así que seguimos toda la noche. Terminé prácticamente sin sentido, temblando de placer, orgásmicamente satisfecha.


Nuestra relación duro todo el tiempo que yo estuve en París, salíamos con el pretexto de pasear y después íbamos directo a su departamento, donde empezábamos un ritual distinto cada día, ritual que duraba toda la noche, a veces teníamos sesiones grupales, o tríos, pero el resultado siempre era el mismo: éxtasis.


Un día antes de regresar a Lima me pidió mi dirección y dijo que en tres meses iría a visitarme, que me tenía muchas sorpresas.

Así como llegue me fui, feliz. Mis primos me fueron a dejar al aeropuerto, él sólo llamó, no sé porqué pero no pensé mal por su falta de delicadeza, en fin después de todo lo que habíamos pasado, no me iba a molestar por una tontería. Llegue a mí país, me recibieron mis amigos, mis papas y Alberto, mi novio, todos estaban muy contentos por mí llegada.


Regrese a la universidad, pasaron los días, las semanas, los meses y nunca recibí ni una llamada, ni una carta, ni una postal. Yo no podía dejar de pensar en él, cada vez que hacía el amor con mi novio recordaba las noches parisinas y gozaba, gozaba mucho por los recuerdos. Así fue como recordando aquellas orgías europeas, arme un selecto grupo de amigos universitarios para dar rienda suelta a nuestras más bajas pasiones, todos para una y uno para todas. Sublime.
Un día empecé a sentirme mal, tenía nauseas y me sentía muy débil, pero esto no era impedimento para mis continuas escapaditas al placer. Me hicieron todos los análisis existentes pero no detectaron nada, sólo una baja en mis defensas. Me recetaron tomar vitaminas. Recobre energías y empecé de nuevo, pero con muchas más ganas.


La nostalgia me embargaba cada cierto tiempo y me preguntaba que habría sido de él, lo recordaba mucho, lo extrañaba en mis húmedas noches de soledad, había sido mi maestro, mí guía, el iniciador de mí vida sexual. Esperaba una noticia de él, y a veces me emocionaba cuando llegaba alguna carta a mí casa, tenía las esperanzas de recibir su visita algún día, o al menos una noticia en la que me dijera que él también me extrañaba, tanto como yo.

Después de un largo tiempo y cuando menos lo esperaba llego una carta desde Francia, era de él, de mi iniciador Alex Hess, en los segundos que demoré en abrir la carta mi cerebro voló hasta parís y recordó todas esas noches desenfrenadas.
Era una Postal. Al leerla un escalofrío recorrió todo mí cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, no podía creer lo que estaba leyendo, nunca imaginé un desenlace como el que me presentaban mis ojos, miles de imágenes se cruzaron por mí cabeza en ese momento, me sentía tan irreal. La postal llegó en el mejor momento de mí vida, sólo para darle fin a ella.

Casi medio año después de llegada la postal, me encuentro en la cama de una clínica privada, muy enferma, desahuciada, el cura que esta parado frente a mí dándome la extremaunción, pronuncia unas palabras en Latín, que supongo que significan: “Mierda eres y en mierda te convertirás”, existo como si vagará en el aire, como una hoja de papel flameando en el viento, así esta mí vida en este momento.
Porqué el sufrimiento es tan intenso, a veces, tanto como el placer, me pregunto. Leo la postal nuevamente y duermo, duermo eternamente, perdida en el limbo del pecado, con las cinco palabras de la postal rondando mí cabeza eternamente: “Bienvenida al club del SIDA”.


2 comentarios:

Le* dijo...

muy fuerte la historia cedro,pero buena...

Anónimo dijo...

Q perturbador cuento y que mente tan retorcida tienes Cedro.
A veces me das miedo. Pero que gusto me da leerte siempre.
PD: Tal vez ya no escribas hasta el prox año, asi que te deseo una FELIZ NAVIDAD.
Anónima.