lunes, 31 de enero de 2011

Si yo fuera tú...

Soy muy sensible a la belleza. No a la belleza normal, común y corriente, sino a esa beldad que se lleva en cada pisada, en cada mirada y en cada fragor de un roce de piel. Me enamoro fácilmente, en un día, en una hora y tal vez en los segundos que dure un corto beso robado, así soy de bobo, de irreal, soy un indigente del amor. El problema es que me desenamoro en un pestañeo, me toma menos tiempo desenamorarme de alguien que conocer otra chica, tal vez sea que mientras por un lado me enamoro de A por el otro me olvido de B. Entonces, a veces, llego a la conclusión que el amor es totalmente efímero pero real, inequívoco pero absurdo, romántico pero inmoral, precisó pero daltónico, tierno pero sexual – y tengo que asegurar que lo sexual no puede ser tierno, tiene que ser desenfrenado, brutal, húmedo y orgásmico- humano pero animal, fantasioso pero tímido, único pero compartido, tuyo pero sólo mío.

Y pienso si alguna vez estuve enamorado de verdad o sólo son reacciones sexuales, químicas, físicas, olfativas, gustativas y visuales de apego o repulsión. Porque no tengo que explicar mis extraños gustos fetichistas, ni mis pervertidas aventuras sexuales, mucho menos mis quiméricas y esperanzadoras fantasías eróticas, para comprender que soy incomprendido. Soy como soy, sólo eso puedo responder, y lo hago sin ningún tapujo, porque a excepción de mí familia, lo que piense el resto de mí me llega a las pelotas. Porque sé, a ciencia cierta, que comparto gustos extraños con muchos, pero pocos son los que se atreven a contarlos; yo los cuento, los afirmo y los añoro en cada uno de mis escritos, en cada frase conversada y en cada mirada lasciva a mujeres admirables (físicamente). Yo no me calló nada, porque estoy en este mundo parlante y desquiciado para tratar de volverlo un poco más enajenado, yo no quiero ser cuerdo, no quiero descansar y plantar un árbol, no busco un asilo amatorio, no necesito una dulce condena, no extraño tus dulces miradas, sólo tú olor de zorra joven, piel dorada, pies de seda y boca torpe.

Si me dijeran que el fin del mundo se acerca y sólo tengo una hora a mí libre albedrío, organizaría la mayor orgía que alguien pueda recordar. Orgía de pies y piernas, de ojos, bocas, senos y nalgas, encuentros de olores, sabores y succiones. Desenfreno oral. Libertinaje sodomita. Inmoralidad y lascivia. Perversión, depravación, degeneración y un festín de polendas. Porque sólo a eso se resume la vida, a jugar por jugar, a probar de todo sin temor a nada. La idea fundamental es dejar que las historias se cierren, así dependan de un dedo del pie, de una gota de sudor, de un milímetro de baba o una carrera de espermatozoides enloquecidos por tú matriz.

sábado, 15 de enero de 2011

Mis gustos son raros...

Un día común y corriente me desperté y la inspiración se había marchado. No sé, ni nunca lo sabré, si se fue sola o mal acompañada. No sé, tampoco, si algún día regresará por la puerta falsa arrepentida de haberme abandonado, triste por su aventurilla de pueblo y con cierto tufillo de perdón irremediable. Y es que, a diferencia de muchos, no creo que la musa de la inspiración se pueda aparecer, fantasmagóricamente, después de fumarte un porro o luego de 7 u 8 vasos de whisky, hielo y apuro. Creo más bien que puede ser, y esto es una simple teoría, una lozana mujer, de belleza mítica, de andares equívocos, mirada fría y penetrante, de pies inmaculados, sonrisa retorcida y eterna. Pienso que podría ser una mujer de tetas decentes y culo respingón y bohemio. Tal vez tenga una boca real, sincera y brutal, de la cual brotan las ideas más geniales para los oídos de los mortales más afortunados. La musa debe ser alegre y sin problemas en la vida, debe vivir retozando de un lado a otro, sabiendo que todo el mundo la desea pero casi nadie puede tomarla. Y por ese motivo la musa es malvada y cruel, puede estar un día y luego no regresar nunca más; puede aparecer un minuto y marcharse una eternidad. La musa verdadera tiene el corazón de una medusa griega y mitológica, el cuerpo de Afrodita, los pies de Venus, las buenas intenciones de Ares y hasta podría asegurar que posee el bueno humor del minotauro.

Me emborracho buscándola en mi delirium tremens pero no aparece por ningún lado, luego me fumo un porro cargado de esperanza y escape pero me estrelló con las náuseas y los mareos pertinentes y primarios de un estúpido que ni para drogadicto sirve. Entonces decido buscarla en otras mujeres e inició el recorrido –mental- de la mujer que podría reemplazar a una musa irremplazable. Y busco su número en mí celular y le escribo un mensaje por demás necio, cargado de sexo retorcido y gustos extraños – algo que la mayoría de mujeres nunca entendería, porque la mayoría (no digo todas) no puede creer que un hombre pueda lamer de pies a cabeza (literalmente) a una mujer y sentirse satisfecho.

Y la niña postulante a musa no responde y piensa que soy en pervertido sexual con gustos exacerbadamente extraños y que en cualquier momento podría emborracharla y violarla. Y la niña de mente provinciana y cerrada cree y afirma que estoy totalmente loco y desquiciado. Y la pequeña "piegrande" lee mis mensajes de texto junto a sus amigas y se ríen y extrañan de las atormentadas declaraciones de un borracho noctámbulo. Entonces ponen cara de asco porque, en su atribulado y limitado vigor sexual, no les entra en sus cabezas de corcho mi pedido morboso y desquiciado. Y porque en su record sexual nunca han sido tan atendidas como yo le propongo a la musa falsa. Y yo le pido y le ruego a la enana de falsa moral que me regale una hora de su cuerpo, que me permita catar sus pies, surcar sus nalgas, hendirme en su monte de Venus y fusionarme con sus olores y sabores y quedarme eternamente satisfecho por 60 minutos. Pero la “maja vestida” no entiende, no lee, no escucha y no observa mis urgencias, la tormentosa “duende de jade” vive en planetas más superficiales, donde lo normal es montar a caballo y no dejar que el potro te monte a ti.