lunes, 12 de diciembre de 2011

Buenas noches y hasta luego...


Cargo en hombros dolorosas semanas tratando de escribir algo medianamente decente –pero no puedo-, tratando de balbucear algo interesante –pero ya es imposible-. Está vez, y creo que de por vida, perdí toda noción de lo que es escribir, de una buena frase, un buen cierre, un buen final y un buen inicio. La musa se esfumó. Siempre pensé que el día que dejara de escribir noticias para que las lean otros, podría empezar a escribir mis propias noticias. Siempre tuve la plena confianza y seguridad que al dejar de escribir para terceros podría escribir mis propias historias o en todo caso terminarlas. Craso error. Estoy peor que antes, adormecido y aletargado, imbuido en una vorágine de estupidez y desidia, es definitivo. He pasado de ser un “Aprendiz de Tinta”, un “Seudo Escritor”, un “Onanista de las letras” a un “pobrehuevónfrustradosininspiración”.

Ante tanta escasez de ideas y falta de iniciativas, debido a un tormentoso proceso de acondicionamiento a mi nueva vida lejos del periodismo, sentado desde mi nuevo escritorio de cedro (Oh, que redundante la vida), postrado en una silla comodísima y donde mí culo puede descansar por horas, mirando la pantalla plana de mi computadora y leyendo con nostalgia mis archivos periodísticos, acabo de comprender que dejé mi vida literal y de escritor frustrado en la redacción que hasta hace 1 mes ocupé con mucho entusiasmo.
Y como no tengo ideas y me vale madre tenerlas -porque estas son tan hijas de puta que me despiertan de madrugada para mostrarme ideas afiebradas de finales infelices, que siempre olvido anotar y nunca más vuelvo a recordar-entonces he decidido colgar dos extractos de lo que empecé a escribir desde mi divorcio con el periodismo, desde el día en que la inspiración decidió no visitarme nunca más.
 

 
IDEA I. Dulce venganza de un pagano enamorado
Cuando el vetusto reloj cucú -que adornaba los añejos muebles de esa sala innombrable- marcó las 10 de la noche, pensé que tal vez no habría un mejor momento de mi vida como el que estaba aconteciendo. Tenerla muerta y desnuda; fría y expirada mientras yo me deleitaba con tamaño espectáculo; el regocijo fue pleno, agresivo y orgásmico. Recuerdo que apelé a mis adicciones hedonistas, dejándote entarquinada de todo lo que soy y me integra.
Semanas antes y ante la indecisión que adornaba nuestra ininteligible relación tomaste la iniciativa de acabar con toda una serie de eventos lamentables. Mientras yo lloraba, gemía y balbuceaba piedad, tú permanecías parca, seca, apática, soberbia, imperturbable, fresca, impasible y negligente. Me arrodillé a tus pies, como siempre fue y como nunca debió dejar de serlo, los besé con pasión, como si fuera la última vez y los aticé con locura (Oh, malditas facultades videntes pensé), luego torcí mi cerviz humillada, te miré pero tu temple impávida me negó una sonrisa. Ese era el final. Tuyo y mío, pero más tuyo.
Tus amigas, que observaban todo, me levantaron del piso, me secaron las lágrimas con sumo cuidado –y burla- conminándome a que me retiré del lugar. No te voy a mentir (Sería incapaz de engañar a un muerto) deseaba con suma pasión extinguirlas de la faz de la tierra, ellas eran las causantes de todas mis desventuras y desgracias. Ellas se habían encargado de hacerme la vida miserable y sin ningún crédito se otorgaban todas las regalías de mis acciones dolosas; pero bueno, ya tendría tiempo de ir discurriendo una buena escalada de actos para resarcir tanta perversidad y malquerencia…
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IDEA II. No mereces ni el luto de una uña
Si me preguntan si me arrepiento de algo, podría aseverar 100% convencido que lo único es no haber aceptado tu indecente propuesta de vernos por última vez. De no haber sido capaz de un nuevo encontrón que incluía besos, caricias, toqueteos y mucha lengua y saliva. Me moría por volver a apretujar esas nalgas indecentes, de volver a lamer esas tetas de muñeca, de morder esa boca devota e invadir soberanamente esos pies inquietos e hipnotizantes, que me encandilaron desde el inicio de nuestra (¿?) relación. Me arrepiento de eso y de más.
Pero no me arrepiento de haberte negado mi presencia, de haberte dejado con las ganas de sentir mi portentoso y combativo báculo, en conclusión de haberte dado el inolvidable y último mejor polvo de tu vida, porque de mi podrán decir de todo, pero nunca que soy un mal amante; sé luchar hasta el final, hasta que mi enemigo quede rendido, desfallecido y tembloroso… Y tú lo sabes.

Pd. Después de releer esto es hora de decir adiós. La derrota está escrita en mi frente.

martes, 4 de octubre de 2011

Por ti escribo...

Un día me fui. No volví la mirada atrás. E imperturbable como nunca he sido ni puedo ser, me fui. No le di explicaciones a nadie. Tampoco nadie preguntó por mí. Estoy seguro que nadie me extraño. No podía más y me fui. Me fui durante meses y de vez en cuando buscaba algo que pueda darme una brújula sobre lo que siempre quise ser pero había decido no ser más.
Y ciertas noches, inquietas, buscaba encender mi computadora para poder desfogar las pasiones reprimidas de ser un escritor frustrado. No podía. Me había prometido no escribir más y renunciar a mí blog. Había decidido no escribir más de mí ni de nadie, ni seguir inventando historias reales que me pasaron en la ficción.

Pero las frustraciones no acabaron con el abandono, ni me sentí mejor, ni dejé de fumar, ni de tener pensamientos autodestructivos. Me seguí sintiendo el pusilánime que suelo ser, el hombre de carácter endeble y mentecato, me seguí sintiendo yo. Seguí sintiendo lástima por mí mismo, más aún ahora que no tenía ninguna válvula de escape. Pensé que el dejar de atormentarme con las novelas incompletas que empiezo –y nunca terminaré- sería saludable. Fracasé. Como siempre, como toda la vida y como un infinitivo de sucesos que se me vendrán más adelante. El destino me ama y yo a él.

No miento si afirmo que enciendo mí computadora tras cinco meses agobiantes y de inacción total. Decidí dejar de ser lector, escritor y desmemoriado palabrero. Una vez más he fallado. El dejar de leer me trajo serios problemas de memoria y de léxico, hasta el punto que siento un gran temor de haberme enfermado de Alzheimer. El dejar de escribir me trajo más frustraciones intrínsecas que florecieron como enredaderas dentro de mí amalgamado interior; soy más adicto a escribir que nunca, pero siento que ya no lo hago tan bien como antes. Perdí el ímpetu y el respeto, no existo y no siento.

Hoy regreso peor que nunca. Pero me he dado cuenta que escribo para desfogar mis odios y frustraciones, que dentro de mí se pasean como en Disneyworld. Escribo porque lo necesito para dejar de ser quien soy, y pasar a ser quien quieres que sea. Escribo porque si no lo hago apesto, como el culo de un loco. Escribo porque sino me ofendo y maltrato a gente que me encantaría asesinar, y eso me asusta. Escribo buscando ser el pendejo del barrio, al menos en mis historias. Y también escribo para dejar de soñar contigo; para sacarme tus pies de la cabeza y pensar que he cambiado de fetiches. Pero sobretodo escribo para que me digas que me leíste, aún consciente que no sabes leer...

martes, 17 de mayo de 2011

Para la Musa con cariño...

Un mensaje me despertó del letargo del aburrimiento y el silencio. Una persona que no sé quién es, tampoco puedo imaginarla, escribió en uno de los post más antiguos que tengo en este abandonado blog. Esa persona, obviamente una mujer (o eso espero), me dejó un mensaje del pasado, ya no furibundo, más bien incrédulo sobre mí nuevo status sentimental; un mensaje para mí pero sin firma, sin huella digital, ni un apodo que pueda darme luces sobre cuál es el corazón que decidió saludarme después de tanto tiempo.
Lo reconozco, he sido brutal y bruto –que no es lo mismo-, he sido perverso y desalmado, irresponsable e incrédulo. Nunca fui un buen acompañante, no sé si tal vez un buen amante –los orgasmos del pasado me aseguran que si-. No he sido la buena persona que debí ser para tratar de no lastimar como lastimé. Se me cruzan algunas personas por mí cabeza inestable, nombres que siempre están presentes como una forma de agradecerles tanto amor que fue pagado con mis continuas infidelidades, desplantes y bohemias.

Una de las cosas que llamó poderosamente mí atención es la pulcritud del mensaje, la impecable redacción, la falta de errores ortográficos. Y es que soy maniático de los puntos, las comas y las tildes. El mensaje estaba en perfecta armonía con una bella redacción. Eso me llevó a pensar que ninguna de las personas de mí pasado ha retornado al presente para dejarme a dos velas en mí futuro. La “musa del antier” dice las cosas precisas para no delatarse y dejarme maquinando sobre su real intención y su verdadero nombre.

Y, tal como titulaba el post donde me escribió (Las Musas no existen), ahora puedo asegurar que tal vez me equivoqué, porque la “musa del antier”, anónima, sin nombre y sin razón, ha logrado que vuelva a tipear algo. Tal vez no con la furia con la que antes me flagelaba –cosa que hoy ya no puedo hacer, porque sigo considerándome un estúpido, un gaznápiro y un lerdo total, pero las ideas de automutilación ya no fluyen en mí- pero por algo se empieza. Estoy nuevamente iniciando el gateo, pronto podré caminar, luego correr e iniciar así nuevamente ese camino del suicidio colectivo al que llevaba a mis múltiples personalidades y a mis infinitos estados de ánimo.

No sé quién sea la “musa del antier”, tal vez no lo sepa nunca y hasta podría ser una simple broma perversa del destino putañero y empecinado en que tarde o temprano me convierta en un furioso escritor ignoto. Tal vez esa “musa anónima” desea que termine el libro que una vez empecé a escribir en su nombre. Sólo pido que si alguien la conoce o la ha visto por ahí, me haga llegar su nombre o su apodo, su número celular o su IP, su fragor o su ADN; es necesario, como una simple muestra de mí enorme gratitud, poder decirle cuanto la quiero.

domingo, 10 de abril de 2011

Yo voto, tú votas, nosotros votamos...


Las elecciones son y tienen que ser democráticas, gane quien gane será la elección del pueblo peruano quien decida y hay que respetarla. Tal vez ese será, nuevamente, el presidente que nos merecemos, tal vez no todos, pero si una gran mayoría. No podemos darle más oportunidades a pasados moralmente desastrosos, es tiempo de mirar a un futuro sostenible y no retroceder a reformas velasquistas u opciones fujimoristas que tanto daño moral, económico y financiero le hicieron a este país tan golpeado por la corrupción, la intolerancia y mezquindad. No podemos darle un milímetro de espacio a reformas radicales, obsoletas y fracasadas como las de Ollanta. No podemos darle ni medio milímetro a la corrupción, dictadura, improvisación y fanatismo de Keiko Sofía.
Tenemos tres opciones que nos aseguran una democracia real y respetuosa. Lastimosamente dos de esas opciones están en coma electoral, y es casi imposible que resurjan de las cenizas. Toledo y Castañeda siguen en caída libre, según las últimas encuestas de Agencia Reuters (9 de abril 2011).

No podría asegurar a ciencia cierta si PPK es el mejor candidato; lo que puedo opinar es que de lejos es el más preparado para darle ese empuje internacional que necesita nuestro país para salir del hoyo del fracaso. El empuje que nos abra el caño de una economía más justa y sin pretextos idiotas como el "chorreo" toledista. El empuje que nos falta para poder tener trabajos dignos, bien remunerados y sin abusos. El empuje para poder empezar a pensar en grande y olvidarnos de resentimientos o fanatismos electoreros, porque no sólo son las dictaduras de Velasco, Odría, Morales o Fujimori las que nos han llevado de tumbo en tumbo, somos nosotros mismos los que les hemos dado mil y un oportunidades a dictadorzuelos, falsos profetas o seudo demócratas que lo único que han hecho es llenarse los bolsillos de dinero o cometer atrocidades con nuestra economía. Esos gobernantes que tranzaron con la corrupción y que trabajaron palmo a palmo con medios de comunicación que se venden por muchos verdes y que manejan encuestas, opiniones y opciones a sus anchas.

Mal de muchos, consuelo de tontos el decir: “Si todos los presidentes roban, lo importante es que haga obras”… ese es el peor cáncer que ataca al Perú; la mediocridad, el conformismo y el pensar que un Presidente que estabiliza el país o derrota al terrorismo tendría que ser el máximo gobernante eterno. Para estos ignorantes hasta la médula, les explicó que ESA ES LA LABOR DE UN PRESIDENTE, NO DEBEMOS DAR LAS GRACIAS POR ACCIONES QUE LE COMPETEN A UN GOBERNANTE QUE PARA ESO HA SIDO ELEGIDO.
No es momento de pensar con el hígado, es hora de pensar con la cabeza, con inteligencia, con la moral al tope, no queremos fanatismos fracasados, que demuestran sólo los pocos sesos de las personas, porque para ser fanático hay que tener mucho de bruto e ignorante. No es creer por creer, es creer con convicción. Es momento de olvidarse de cobrizos, mestizos, indios, cholos, blancos... es hora de pensar en el Perú como una sola unidad, un solo bloque y un solo corazón.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Why can't we be friends????

La última vez que te vi terminé bastante mal. Lejos de casa solo y a las 10 de la mañana. Tú preferiste otro polvo que ofrecían por ahí. Y tú vecina…bla bla bla. Tal vez sean las canciones mismas las que ejemplifican una historia catastrófica, un resultado que nunca debió ser así o una vida sumida en caídas, vueltas y más vueltas. Ayer me desperté soñando que hubiera pasado si la última vez que me llamaste, rogándome que te vea, hubiera ido. Me pregunté si esa tarde hubiera sido mejor tragarme mí orgullo tonto e ir tras de ti. Luego me volví a preguntar si hubiera sido mejor vernos, abrazarnos y entender que nadie tenía la culpa de mis arranques tontos de locura o que nadie tenía la culpa de tus arranques tontos y fundados de celos. La última vez que te vi -¿recuerdas?- llevabas un vestido muy corto, de color celeste cielo, unas sandalias perla muy altas, que parecían dos jabones, un hilo dental blanco que hacía juego con tus nalgas muy bien depiladas, agresivas e inolvidables. La última vez que te vi lloraste en silencio porque presagiabas que sería la última vez que haríamos el amor, y que la oficina de tú abuelo serviría como cuarto, y su escritorio como cama y tu cuerpo me dejaría escarbar los recónditos acertijos que lo atravesaban. Ese día no hubo palabras negativas, no existió la palabra NO. Ese día soleado ingresé donde siempre quise, dejándote inmersa en diversas preguntas que por decoro no pienso publicarlas nunca, pero que aún las recuerdo con mucho cariño, con mucho orgullo y sé que no más volviste a sentirte así, porque después de ese día me dijiste que ya no quedaba nada nuevo para nadie más y que yo sería ese todo que se llevó todo. Yo lo sé. Tú lo sabes. Nadie lo sabrá.

No te podría decir que he pensado antes de escribirte esta carta (abierta y pública), porque tú sabes muy bien que no suelo pensar antes de hablar y es por eso los innumerables problemas que bordean mí existir. La última vez que te vi estoy seguro que fue inolvidable y que después apretabas los dedos para no marcar mí número celular. Te lo aseguro porque yo también apretaba los míos, y me mordía las uñas y cerraba mis ojos con apremio y mordía mí almohada con desesperación. Yo te entiendo y te comprendo. ¿Y tú?.
La última vez que te vi no tenía ni la más mínima idea que sería la última, no esperaba desesperarme y hundirme en tus celos. La última vez debió ser la primera de muchas tantas, pero yo no quise volver a verte, a pesar que tus ruegos de mujer señora me lo pedían.
Recuerdo muy bien que la última vez que hablamos –que no es la misma que la última vez que te vi- me soltaste serios adjetivos descalificativos, aún no sé de dónde los sacaste porque seamos francos, tú lenguaje era muy limitado en esa época. Se dice de mí que soy malo, perverso, sin sentimientos, misógino, machista, borracho, fumador empedernido, jugador, amante de las juergas y las orgías, mujeriego, cuasi drogadicto, mentiroso compulsivo, irrespetuoso, confianzudo, desleal, fetichista de mierda, pervertido, sabandija, tramposo, maldito toxicómano, estúpido que te crees superior a todos y no eres nada. Mojón de alcantarilla. Y casi al final de la conversación telefónica, y luego de escuchar tus gritos de histeria e insultos proferidos a velocidades extremas, no entendí si te estabas refiriendo a mí o estabas describiendo a tú papá… (Continuará).

martes, 1 de febrero de 2011

Se dice de tí...

Tus frondosas nalgas quedaron inmortalizadas en mis innombrables manos frías y desvergonzadas. Tus tetas casi de juguete quedaron retratadas en mis retinas que no suelen asombrarse ante nada, porque ya todo lo han visto. Tu ombligo sintió los embates de mis ganas reprimidas, por años de tratarte como una dama cuando debí tratarte como una puta. Tus piernas fueron examinadas en cada centímetro de esa epidermis bronceada por la luna y torneada por tus movimientos pélvicos (a escondidas). Tú “monte de Venus” fue catado por mis 4 papilas gustativas y fue atacado sin piedad por mí lengua libertina, mi falange que no conoce derrota y que seguirá en tus recuerdos. Tus pies, su olor, su sabor, textura y solvencia moral fueron lo que nunca regalaste y siempre estuvieron combativos y alertas a mí presencia. Eso acabó todo.
Se dice de ti, se dice que eres una anabolena, alcahueta, casquivana, cabaretera, candonga, chubascona, chupetera, currulaca, esquinera, folladora, guarra, golfa, mozcorra, pendeja, sabanera, trufera y zorra. Y tal vez ni si quiera entiendas lo que signifique cada palabra, por lo que podría decirte que aún te quiero.

Tus pies, tus axilas, tus talones y tu drama.
Tu culo tan mío, tus ganas plurales y tu cama.
Tu sabor, tu color, tu egoísmo y tus farsas.
Tú aliento, tú labial y tu voz de comparsa.

Tus mentiras, tu ego pacato y tú antifaz de enana.
Tu media vuelta matizada con recuerdos de gitana.
Tú sonrisa metalizada, tu mirada de zorra arrepentida.
Tú cuerpo minimizado y en franca alicaída.

Tú nada, tú todo y tus pies de doncella.
Tú sed, tú pasión y tu piel dejó huella.
Mí vida y la tuya dispares totales.
Mis ganas que ganan a tus luchas anales.

lunes, 31 de enero de 2011

Si yo fuera tú...

Soy muy sensible a la belleza. No a la belleza normal, común y corriente, sino a esa beldad que se lleva en cada pisada, en cada mirada y en cada fragor de un roce de piel. Me enamoro fácilmente, en un día, en una hora y tal vez en los segundos que dure un corto beso robado, así soy de bobo, de irreal, soy un indigente del amor. El problema es que me desenamoro en un pestañeo, me toma menos tiempo desenamorarme de alguien que conocer otra chica, tal vez sea que mientras por un lado me enamoro de A por el otro me olvido de B. Entonces, a veces, llego a la conclusión que el amor es totalmente efímero pero real, inequívoco pero absurdo, romántico pero inmoral, precisó pero daltónico, tierno pero sexual – y tengo que asegurar que lo sexual no puede ser tierno, tiene que ser desenfrenado, brutal, húmedo y orgásmico- humano pero animal, fantasioso pero tímido, único pero compartido, tuyo pero sólo mío.

Y pienso si alguna vez estuve enamorado de verdad o sólo son reacciones sexuales, químicas, físicas, olfativas, gustativas y visuales de apego o repulsión. Porque no tengo que explicar mis extraños gustos fetichistas, ni mis pervertidas aventuras sexuales, mucho menos mis quiméricas y esperanzadoras fantasías eróticas, para comprender que soy incomprendido. Soy como soy, sólo eso puedo responder, y lo hago sin ningún tapujo, porque a excepción de mí familia, lo que piense el resto de mí me llega a las pelotas. Porque sé, a ciencia cierta, que comparto gustos extraños con muchos, pero pocos son los que se atreven a contarlos; yo los cuento, los afirmo y los añoro en cada uno de mis escritos, en cada frase conversada y en cada mirada lasciva a mujeres admirables (físicamente). Yo no me calló nada, porque estoy en este mundo parlante y desquiciado para tratar de volverlo un poco más enajenado, yo no quiero ser cuerdo, no quiero descansar y plantar un árbol, no busco un asilo amatorio, no necesito una dulce condena, no extraño tus dulces miradas, sólo tú olor de zorra joven, piel dorada, pies de seda y boca torpe.

Si me dijeran que el fin del mundo se acerca y sólo tengo una hora a mí libre albedrío, organizaría la mayor orgía que alguien pueda recordar. Orgía de pies y piernas, de ojos, bocas, senos y nalgas, encuentros de olores, sabores y succiones. Desenfreno oral. Libertinaje sodomita. Inmoralidad y lascivia. Perversión, depravación, degeneración y un festín de polendas. Porque sólo a eso se resume la vida, a jugar por jugar, a probar de todo sin temor a nada. La idea fundamental es dejar que las historias se cierren, así dependan de un dedo del pie, de una gota de sudor, de un milímetro de baba o una carrera de espermatozoides enloquecidos por tú matriz.

sábado, 15 de enero de 2011

Mis gustos son raros...

Un día común y corriente me desperté y la inspiración se había marchado. No sé, ni nunca lo sabré, si se fue sola o mal acompañada. No sé, tampoco, si algún día regresará por la puerta falsa arrepentida de haberme abandonado, triste por su aventurilla de pueblo y con cierto tufillo de perdón irremediable. Y es que, a diferencia de muchos, no creo que la musa de la inspiración se pueda aparecer, fantasmagóricamente, después de fumarte un porro o luego de 7 u 8 vasos de whisky, hielo y apuro. Creo más bien que puede ser, y esto es una simple teoría, una lozana mujer, de belleza mítica, de andares equívocos, mirada fría y penetrante, de pies inmaculados, sonrisa retorcida y eterna. Pienso que podría ser una mujer de tetas decentes y culo respingón y bohemio. Tal vez tenga una boca real, sincera y brutal, de la cual brotan las ideas más geniales para los oídos de los mortales más afortunados. La musa debe ser alegre y sin problemas en la vida, debe vivir retozando de un lado a otro, sabiendo que todo el mundo la desea pero casi nadie puede tomarla. Y por ese motivo la musa es malvada y cruel, puede estar un día y luego no regresar nunca más; puede aparecer un minuto y marcharse una eternidad. La musa verdadera tiene el corazón de una medusa griega y mitológica, el cuerpo de Afrodita, los pies de Venus, las buenas intenciones de Ares y hasta podría asegurar que posee el bueno humor del minotauro.

Me emborracho buscándola en mi delirium tremens pero no aparece por ningún lado, luego me fumo un porro cargado de esperanza y escape pero me estrelló con las náuseas y los mareos pertinentes y primarios de un estúpido que ni para drogadicto sirve. Entonces decido buscarla en otras mujeres e inició el recorrido –mental- de la mujer que podría reemplazar a una musa irremplazable. Y busco su número en mí celular y le escribo un mensaje por demás necio, cargado de sexo retorcido y gustos extraños – algo que la mayoría de mujeres nunca entendería, porque la mayoría (no digo todas) no puede creer que un hombre pueda lamer de pies a cabeza (literalmente) a una mujer y sentirse satisfecho.

Y la niña postulante a musa no responde y piensa que soy en pervertido sexual con gustos exacerbadamente extraños y que en cualquier momento podría emborracharla y violarla. Y la niña de mente provinciana y cerrada cree y afirma que estoy totalmente loco y desquiciado. Y la pequeña "piegrande" lee mis mensajes de texto junto a sus amigas y se ríen y extrañan de las atormentadas declaraciones de un borracho noctámbulo. Entonces ponen cara de asco porque, en su atribulado y limitado vigor sexual, no les entra en sus cabezas de corcho mi pedido morboso y desquiciado. Y porque en su record sexual nunca han sido tan atendidas como yo le propongo a la musa falsa. Y yo le pido y le ruego a la enana de falsa moral que me regale una hora de su cuerpo, que me permita catar sus pies, surcar sus nalgas, hendirme en su monte de Venus y fusionarme con sus olores y sabores y quedarme eternamente satisfecho por 60 minutos. Pero la “maja vestida” no entiende, no lee, no escucha y no observa mis urgencias, la tormentosa “duende de jade” vive en planetas más superficiales, donde lo normal es montar a caballo y no dejar que el potro te monte a ti.