viernes, 26 de diciembre de 2008

El "emputamiento" me absorvió

Me equivoco, o miento, cuando afirmo que estoy seguro de querer ser escritor, la verdad es que cada día que pasa me convenzo más de que me tendré que conformar con ser un redactor de la página cultural de un diario nacional. Ex redactor de policiales y ahora sosegado y aburrido receptor de órdenes idiotas. Disconforme con mí sueldo, disonante con mis jefes, inconexo con las (dizque) cabezas (no pensantes), alejado completamente del poder, exiliado de un buen futuro. Disidente convexo de la sobonería. Enemigo brutal de los chupamedias. Y adversario de los adulones e inútiles seudo líderes.

Ayer, releía los textos que llevo escribiendo más de un año, los cuales no he avanzado nada. En estos momentos no podría si quiera escribir una hoja por día. Lo intente, juro que lo intente. La página 30 fue un mamotreto de paparruchadas y obscenidades sin sentido. Temo haber perdido la ilusión de escribir, tiemblo ante la cruda realidad de haber perdido la energía y atrevimiento de un joven de 22 años. Me siento bruto, desamparado, infeliz, menesteroso de ideas, aciago de vida, infame en percepción, nefasto en el día a día, fatídico, funesto, prejuicioso, deplorable, malo, me siento lonely.


Y la verdad, que a falta de vitamina B, debido a acuciosas borracheras, mis ánimos siguen decayendo. Ahora para evitar resacas me pepeo, un buen coktail de somníferos es lo ideal contra la resaca. Duermo, duermo y duermo. Y de paso me olvido de mis metas atrazadas.
Post atrás afirmaba que las musas no existían. Hoy ya no sé si mí afirmación sea tan valedera, creo que como siempre me equivoco. Y tal vez la Musa fugo hace tiempo tras verme a los ojos y descubri al patán y payaso que se esconde detrás de mí sonrisa.




Hasta hace un tiempo garabateaba, no pensando un una musa, escribía creándome mundos alternos, futuros encuentros y exagerando pasados tontos. Ahora no se me ocurre nada, y mí primera novela se ha quedado en el cajón del olvido, entre telarañas y teclas despintadas y oxidadas, sin ideas, sin argumentos y en un estancamiento global. Mis neuronas están en huelga, no quieren saber nada con la lectura o escritura, sólo quieren embriagarse y dormir. Hoy amanecí sombrío y suicida. Hoy amanecí macerado y calamitoso. Hoy amanecí adverso y ominoso. Hoy no quiero escribir más. Hoy no quiero leer menos. Hoy quiero ser bendecido con la suerte de un año exitoso. Hoy sigo sin creer en los milagros. Hoy mí vida es un caos relleno de confusión en salsa de indecisiones. Hoy me siento lonely.


Feliz Año Nuevo…. Espero en el 2009 conseguir editorial. Nada más...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Requiem por un bohemio...

Palabras más o menos. Palabras y más palabras. En eso se resume todo. Palabras en exceso y en carente. Mensajes ausentes, frases indispuestas y grafías que nunca llegaron a su remitente; y que esperan aburridas en el casillero postal de un músculo sin razón. Verbos indecisos y ambiguos y emputados y solemnes y melancólicos y airados y tísicos y chiflados y monosilábicos y testiculares y embetunados. Adjetivos calificativos y descalificativos, dependiendo de la torpeza que me inunde en el día. En común, son los fines de semana donde suelo cometer más errores. Pensé, hace poco ¿o hace mucho? Ya no recuerdo bien. Que había cambiado. Me equivoqué. Como siempre. “Para no variar”, diría mi Odontóloga favorita. En fin.
Palabras más o menos que no me duelen. El fin de semana soy inmune. Imberbe y brutal… o bruto mejor dicho. Tengo el temor de que en algún momento de mí etílico comportamiento suelte alguna frase inequívoca, mal dateada. Equivocar los remitentes de mis cientos de frases guardadas. “Pase usted, Ron Damón la esta esperando; a Doña Florinda. Lo siento mucho, Ron Damón murió; a la chica linda, escultural y bella. Tortazo en la cara a la chica que me mantiene (vivo)”. Bueno la idea es esa.
Palabras añejas, palabras llenas de remordimiento. Palabras que se las llevó el viento, pero que luego regresaron en un boomerang muy afilado y de una puntería, digamos, más que exacta. Exactísima. Infalible. Ay, ¿duelen?. No, no duelen. Molestan, hincan, me hacen decepcionarme más de mi mismo. Porque valgan verdades, soy el más decepcionado de mí mismo que cualquier otro. Incluso que mí padre, de quien hace poco escuche decir (me) “Desanda el camino andado en tu vida y vuelve al regazo de tu madre para no molestar más aquí”...o mejor dicho...Ándate a la Concha de tú madre.

Well, well, guardaré mis palabras por un tiempo más. Un tiempito más. Para ver si te cruzas en mí trocha y te las suelto todas como mono con metralleta; sin dolor, sin escatimar en municiones y mucho menos en muertos y heridos. ¿Te podría matar con mis balas? Noooo. Tú me aniquilas, me exterminas, me arrasas, me consumes, me divides, me destrozas, me descompones, me quebrantas, me aplastas, me devastas, me desmantelas, me abates, me demueles, me asolas, me hundes y me precipitas y me corroes. Pero no importa tengo varias vidas como gato de callejón.



Porque León de Natuba digo ser, creo ser, pienso ser. ¿Pero sabes quién diablos es? El León de Natuba era un ser disforme e imperfecto, seguidor de El Conselheiro (La Guerra del Fin del Mundo) muy fiel y el único inteligente de la legión, el único que sabía leer y escribir. Una especie de amuleto y secretario general de la aventura escrita por MVLL. Pero muy imperfecto. Demasiado inconcluso e inacabado. “¡Presente!”.


Al fin y al cabo, aperturo y concluyo siendo palabras. Ahora sin más sentido que cuando empecé. Con menos orden. Sin brújula, sin norte y sin proa. Y sin bases. Y sin futuro. Y sin lectores. Y sin dinero. Y sin ganas. Sin ansias de nada. Me gustaría ser renunciable a todo, irrenunciable a mandar a la mierda al mundo. Ser un bohemio de verdad. Y vivir muriéndome de hambre pero llenándome de libros. Obras, textos y novelas mías. Escritas por mí. Plasmadas por mí e inspiradas por ti. Al fin y al cabo a las palabras les ocurre lo mismo que a las monedas: no siempre tienen el mismo valor. Pero eso no es lo importante maldito mojón de la frontera con Tiwinza...

sábado, 29 de noviembre de 2008

Se busca Dentista (Noble y Sentimental)

Desperté asustado, de madrugada, aterrorizado. Una pesadilla más de las que suele inundarme en mis largas noches me había jugado una mala pasada. La mujer que me persigue en sueños (leer post anteriores) había regresado. Ya no tenía cuchillos. Ya no tenía pistolas. Ya no me perseguía con su risa guasonesca. Logré percibir en sus pequeñas manos de manicure perfecta, una broca de dentista, con ese sonido perturbador que manda toda mí inocua valentía al carajo.
Salí de mí cuarto, caminé hacia el baño, tomé un poco de agua de caño (cosa que nunca hago a menos que este desesperado). El chorro helado del agua impura me reveló la génesis de mí pesadilla, un estrepitoso dolor de muela (del juicio) había iniciado en plena madrugada. Esos que no dejan dormir. Esos dolores intensos que enloquecen y trastornan y aturden y perturban. Mí última muela del juicio me estaba desquiciando. Oh, doy gracias a Dios por haberme hecho tan hipocondriaco. De mis cajones rescaté varias pastillas para el dolor, desde las más fuertes hasta las más genéricas. Me tomé dos para el dolor, una para la infección y un valium, para resguardar una noche placentera y súper relajada. Drogado me llevo mejor con Morfeo.

Desperté exaltado, asustado. Sabía lo que me esperaba. Bye dolor, hola dentista. “Señorito Pedro Castro, adelante”, la pensé dos veces, la pensé tres cuatro, cinco y seis. Saqué mí celular, le hice una seña de espera a la secretaria del Doc y huí despavorido. Me evaporé, huyendo de las brocas ponzoñosas y malsanas y de esos guantes de látex llenos de sangre de encías moradas y asquerosas de pacientes de tufos vomitables.


Deserté a vivir sin problemas y acepté convivir con mí maldita muela del juicio. Llevamos una semana juntos, conviviendo entre dolores incipientes y cocteles de pastillas para el dolor, la inflamación y una cereza de diazepan. Estamos bien, nos entendemos, hemos llegado a un buen acuerdo. Yo no dejó que la extirpen, y ella no me desquicia la vida, tanto. Ella me deja vivir sin visitas al dentista y yo a cambio la engrío con helados light y vodka tonic. Y me gusta la convivencia. No hay sexo. No hay peleas. Pero hay paz. No hay dolores. Ahí estamos. Hasta que algún día se despierte histérica, malhumorada y volcánica y tenga que extirparla sin más remedio. Lloraré ese día, ya no habrá más cocteles para mí, ni vodka tonic para ella...

martes, 25 de noviembre de 2008

Hoy no estoy adentro mio...

Existen cosas en el mundo supremamente ordenadas para ser odiadas, o en menos nivel, detestadas por mí flagrante humanidad. En mí inexistente existencia, escasa importancia y frágil poder de convencimiento, esta es mí lista, sin orden cronológico, de las cosas que más me joden de éste mundo, de mí, de ti y de mis otros yo.

Detesto a un vil asesino como George W. Bush. Genocida y creador de guerras ficticias. Mecenas del terror y la destrucción.
Tiemblo de pánico cada vez que tengo que acudir al Estomatólogo, el sonido de sus brocas encendidas me vuelve gelatina; aunque tiempo atrás estuve con una mujer proyecto de odontóloga. Si señores, fui un conejillo de indias de una universitaria y sus moldes palatinos y dístales. No soporto sudar, si pudiera alicataría mis glándulas sudoríparas con brea.
Odio amar más la lectura que el deporte. Pero prefiero nutrir mí cerebro, ya que nunca sufrirá de mofles o caerá ante el cruel paso del tiempo. Tus bíceps si.
Detestó a los políticos que, dizque, gobiernan este país, empobreciendo más a los pobres y enriqueciendo más a sus amigos. “Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. Salud Compañero. Detesto al tetón del presidente. Porque quiere hablar en chino mandarin y hace el ridículo. Me parecen una retreta de rapaces los fujimoristas necios y brutos, que defienden por defender, que no saben porque están en una marcha, y sólo sirven para gritar vivas a un delincuente. (Odio la sola presencia de Carlos Rafo, su voz causa animadversión, su visión son arcadas de antología).

Odio ser gordo. Odio poder bajar de peso rápido. Pero odio no poder hacer dietas, pero más odio mí falta de interés en el deporte. Odio el calor, a menos que este tomando cerveza o en aire acondicionado. No soporto a las mujeres de pies feos y descuidados. Es tan barata la pedicure.
Me llegan al pincho las niñas que sanas son marciales, pero dos cervezas más tarde se abren como una flor en primavera. Detesto las filosofadas baratas o las miradas de supuesta seductora, con licencia comprada en Jr. Azángaro. Condeno que seas tan infantil e idiota, ¿y perra? (Dicen. Y Esa es la Pura Purita). Me indigna la gente estúpida que no reclama sus derechos. Y la gente que se ríe de las bromas sin sentido que su jefe lanza sin escrúpulos y sin gracia.
Odio a los acomplejados xenófobos y peleles racistas. Dan lástima.
Les deseo crueles naufragios a los bucaneros que revientan y matan las ballenas y delfines del mundo. Repelo toda acción que inmiscuya gozar mediante el dolor animal. Peleas de gallos, corridas de toros, peleas de perros.

Odio ver ancianos pidiendo limosna en las calles. ¿Para eso vivieron tanto?, donde mierda esta el Sr. Presidente? Inflando su ego con un gobierno intrascendente que busca borrar con la mano derecha lo que hizo en el ´85. Ergo, Alan García busca inflar más su pecho de pavo, y pasar a la historia como un presidente, medicadamente estable. Lo detesto x 2.
Odio la mentira de otras personas, pero amo, adoro e idolatro mí capacidad para crear cuentos y mentir sin escrúpulos. Nunca me dejaría sobornar. Me caen pésimo los críticos de cine, los de arte y los de literatura; son simples peleles que nunca pudieron ser directores de cine, no nacieron para pintar y no tienen creatividad para escribir. Son envidiosos. Son rapaces.

No odio las drogas. No las consumo. Consumí yerba siendo infante, huele bien, pero sus efectos en mí son devastadores. No cocaine.
Me llega al pincho que un bruto, ignorante y antipatriota jugador de fútbol gané más dinero que un profesional escritor. O un Comunicador decente.
Detesto tú superficialidad y esa manera tan imberbe que tienes de llevar tú vida. Y esa rastrera forma de ser. Y esa zalamera y adulona ofrecida amistad. Y esa moral tan falta de virtudes. Y esa facilidad para entregarte y desnudarte ante cualquiera. Pero me alegra porque sólo me atraes, sin poseer la fuerza suficiente para unirme a ti. (Felizmente).

lunes, 10 de noviembre de 2008

La verdad no duele.....

"Todo poeta se ha angustiado, se ha asombrado y ha gozado. La admiración por un gran pasaje de poesía no se dirige nunca a su pasmosa habilidad, sino a la novedad del descubrimiento que contiene. Incluso cuando sentimos un latido de alegría al encontrar un adjetivo acoplado con felicidad a un sustantivo, que nunca se vieron juntos, no es el estupor por la elegancia de la cosa, por la prontitud del ingenio, por la habilidad técnica del poeta lo que nos impresiona, sino la maravilla ante la nueva realidad sacada a la luz"


Y me encontré solo, solo con mí soledad, mi vasta imaginación y la vieja y maldita costumbre de pensar que todo tiene solución, a veces incluso la muerte. Solo junto a mi optimismo, y mi jacarosa manera de salir de algún problema. Mí odiosa cualidad para verle el lado bueno a las situaciones pésimas, mi detestable buen humor para salir del problemón de existir sin vivir, o de despertar sin ganas de hacer lo mismo todos los putos días del año. Levantarme de la cama, escuchando “Don´t stop me now” con la prodigiosa voz de Freddie Mercury, al inicio me inspiraba, ahora me da igual. Me da igual saber que tengo que llegar a la oficina, a hacer trabajos de oficina, a escribir webadas y buscar inspiración de donde no la hay. Escribir con parámetros. Sufrir recibiendo órdenes de pedantes zamacucos o un inexperto pingüe estulto y de voz melodramática y una capacidad de campeonato para ser un chupamedias profesional. Sin contar con un extraño hedor que puede originar gigantescas arcadas.





Pero lo que más aborrezco es mí falta de valentía para mandar todo a la mierda, echar todo por la borda e ir tras mí sueño. Fugar de la ciudad e irme a escribir, borronear y garabatear. Sin parar. Sin contemplaciones. De todos y de nadie. De mí vida y de la tuya. De mis historias y de las que escuche y tome como propias. De los cuentos que me creí. Y de los sueños que añoro se me hagan realidad o de las pesadillas que deseo que vivan mis enemigos (que no tengo porque nadie esta a la altura de amargarme tanto la existencia. Ni yo a la altura de tener enemigos).Éste blog empezó, tristemente, como una página de desfogue, una weblog donde poder canalizar toda mi cobardía de no poder iniciar mí propia historia, mí propio libro. El temor de no conseguir, y no tener, una editorial importante que se interese en mí. El miedo de pensar que nadie me lee, nadie me leerá. De que nadie comprenda nada, mucho menos mí familia.


Y escribo por escribir. En mí blog escribo sin pensar, con ideas, pero sin caracteres, sin sumillas, bajadas o datos. En mí blog soy yo, nadie me corrige, todos me comentan. Y sólo yo me llevó los laureles o críticas. Y si me da la puta gana de ser una puta descorazonada pues lo soy, sin guardar un ápice de recato porque también escribo para un diario decente, y hay que guardar las apariencias. Yo no tengo apariencias (me enseño mí padre) soy un chuchasumadre que dice la verdad y no inventa realidades. Por eso me siento aislado en éste arrecife de cautela, donde no es bueno contar la verdad porque a nadie le gusta saber de que adolece. ¿O me equivoco?...

viernes, 10 de octubre de 2008

El oficio de vivir

Por extrañas circunstancias de tiempo y espacio, por esas enjundiosas casualidades y azahares del destino, descubrí entre los libros vetustos y empolvados de la abandonada biblioteca de mí abuelo, el libro de poemas u obra de arte: El Oficio de vivir, del poeta suicida italiano Cesare Pávese. Uno de los bates más importantes del Siglo XX. Nacido en Santo Stefano Belbo, el 9 de septiembre de 1908 y fallecido en Turín el 27 de agosto de 1950. Poeta de pluma vertiginosa e inconforme con la vida, que durante toda su existencia trató de vencer, sin éxito, la soledad interior, que veía como una condena y una vocación.
El desengaño amoroso que sufre tras la ruptura de su relación sentimental con la actriz norteamericana Constance Dowling - a la que dedica sus últimos versos Vendrá la muerte y tendrá tus ojos - y su malestar existencial lo llevan al suicidio el 27 de agosto de 1950, en Turín
. Hoy, luego de haberme devorado una saga de sus magníficos poemas, me veo en la imperiosa necesidad y decorosa obligación de propagar (cual plaga), para los que no lo conocen, una de las mejores odas que he tenido la suerte de leer. Y que sufro, me emociono, embriago y maldigo cada vez que leo, o cada vez que recuerdo sus versos que revuelan en mí cerebro, imaginando a Cesare minutos antes de ingerir doce sobres de somníferos y cruzar el umbral que separa la desdicha de la tranquilidad...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto.
Tus ojos serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas ante el espejo.
Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

(Para ti, (sin cariño) cuando decidas (si decides) venir...)

sábado, 4 de octubre de 2008

Me elevé con Orégano y otras estafas...

Dicen que cuando una estafa es enorme va tomando nombre decente, en mí caso no pasaría de ser un simple engaño, artificios, tretas, argucias, hechos que me hacen recordar de qué tamaño es la idiotez que me apelmaza. Deben haber sido varias las estafas de las cuales he sido víctima, pero son pocas de las que me he dado cuenta, tanto como para reconocer, a veces riendo y otras airado, que soy y sigo siendo un perfecto idiotón, eso es más que idiota, idiotón. Con tilde y mucha énfasis en la o.

Un sábado antiguo, cuando tenía 12 años y en épocas de bonanza familiar, me encontraba jugando junto a un ex gran amigo, otro proclive a las estafas, pero amorosas. Mientras ambos conversábamos y nos cagábamos de risa pasó un esquelético sujeto, esos que desde lejos llevan la marca de estafadores inescrupulosos. Se paró frente a nosotros, y del bolsillo de su camisa sacó un aro que en su circunferencia interior llevaba inscrito “15/12/71 Te amo Margarita”, lo puso en mis manos y me dijo “dame 50 soles hermanito, necesito plata para curar a mi mamita enferma”. Yo, en esas épocas lucía una gruesa cadena de oro macizo, la cual saqué y compare con la joya que estaba a punto de comprar.
Cual conocedor experimentado, llevé el aro a mí boca y le di un zófero mordiscón, eso (según yo) me comprobó que era un pesado aro de 18 quilates, joya invaluable que me daría mucho dinero. Pagué encantado, feliz de haber hecho el negocio de mí vida, “así empiezan los grandes hombres de negocios” pensé. Dos días después, lo llevé a un joyero, quien burlándose de mí me refrescó la cruda realidad. “Chibolo cojudo, por pendejo te cagaron”. Años después, yéndome a la universidad, en una esquina desierta vi como tres sujetos masacraban a golpes a un esquelético sujeto, sí, el mismo que me estafo. Oh, coincidencias del destino, el que la hace la paga pensé, mientras el ensangrentado sujeto pedía ayuda a mí sonrisa retorcida.

La segunda vez que me vieron la cara de idiota, fue en una noche de putas, yo ostentaba glamorosos 14 años. Edad en que no conocía los sabores y delicias del sexo, y, aunque sea poco creíble, la exquisita pasión onanista tampoco habían llegado de sopetón. Éramos 15 adolescentes, desembocados, arrechos y lujuriosos. Yo fui el que encabezó la expedición a la calle rosa, donde contratamos a 2 trabajadoras sexuales, muy ajetreadas y desmejoradas. Pero en época de guerra, cualquier hueco es trinchera.
Llegamos a una enorme casa, habitada por un solo sujeto, que ahora me doy cuenta era un guachimán que alquilaba la casa de sus patrones cuando éstos iban de viaje. Uno a uno fueron ingresando zambos, negros, blancos, gordos, chatos y feos. Yo espiaba por un orificio como mis amigos daban rienda suelta a sus exacerbadas calenturas. Encontrándome penúltimo, ingresó mí compañero, conocido en el post anterior como Troll, condón en mano, vi como se hundía en lo que sería su primera pesadilla. Dos minutos después salió sudoroso, con cara de cuy asustado, y me dijo “Puta madre Pedro, se me rompió el condón, y ahora? Si la embarazo?” todos nos reímos de tamaña idiotez. Hasta que alguien del fondo gritó “esa puta tiene sida”. Troll nos miró, y sin saber que hacer pidió, gritó y rogó por ayuda. El gordo Were, un soberano hijo de puta, comentó que el Sida podía ser desinfectado con alcohol alcanforado en la zona expuesta. Los gritos que vinieron después fueron de antología.
Cabe resaltar que la puta nunca quedó embarazada, no tenía Sida, y al pobre Troll le ardió su colgajo por tres semanas, fuera del trauma de ser portador, pesadilla que duró todo un año, en el que fue nombrado, efectivamente, como Freddy Mercury.
Bueno para terminar, cabe destacar que nunca debuté esa noche, los más grandes y poderosos del grupo se encerraron con las putas y mí dinero. Mientras que yo exclamaba a gritos que me devolvieran mí plata, golpeándoles la puerta de una manera brutal. Hasta que cansado, derrotado y sin dinero me tuve que retirar a mis aposentos, con el muñeco alicaído, un poco triste y medio resfriado.

La tercera fue en una edad que prefiero no comentar, por temor a represalias. Con mucha curiosidad veía como muchos conocidos se hundían en los sabores de la marihuana. Como “stonazos” inflaban pecho y caminaban alucinándose el último mojón de Satanás. Uno de los tantos vagos marihuaneros, hoy pasteleros, se nos acercó y nos ofreció el troncho más rico del mundo. “Miren muchachos, les vendo un súper wiro, lo último que ha llegado a la ciudad, la merfi merfi de las yerbas” (sic). La invitación al placer no podía ser rechazada de ninguna forma. Cómo despreciar la merfi merfi de las yerbas, no señor, venga pues, déme un troncho casera.
Armado, con caja de fósforos en mano nos dirigimos a un lugar oculto, encendimos el “wiro más rico del mundo” y junto a cinco amigos empezamos a fumar la pipa de la paz. Gritamos, golpeamos (yo aún no sabía fumar cigarro) y procuramos cagarnos de risa de una manera exacerbada y endemoniada. Minutos después y sintiéndonos extremadamente drogados y de ojos rojos nos dirigimos a la misma banca de siempre. Sentados y riéndonos los unos de los otros, pasó el hoy pastelero y nos regresó a tierra, “Y muchachos ¿qué tal les pareció el orégano que se han fumado? Ay chibolos, si que son bien cojudos. …jajaja” (sic). Derrotado por tercera vez, supe que ni para fumón servía.

La cuarta, quinta o sexta vez son casi en el mismo tono, mejor dicho tropecé de nuevo y con la misma piedra. Romances con mujeres comprometidas, donde lógicamente la cara de baboso siempre fue la mía. Casadas a punto de divorciarse, pero viviendo bajo el mismo techo y durmiendo en la misma cama. En todas ellas siempre he corrido el riesgo de morir masacrado por maridos o novios celosos. Pero habría que explicar que no por mí ingenio para conseguir mujeres comprometidas, sino por mi habilidad para caer en sus redes y creer tamañas sandeces, que ni algunos familiares (que pecan de zopencos) creerían. En conclusión, y con mí lerda cara que no me deja mentir, fui, soy y seré presa fácil para los embaucadores, un idiotón de campeonato, un asno, una babieca, un bobo, un gil, necio, pelele, sandio, tonto, zoquete…y largos y pronunciados etcéteras.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Ayer, cuando fui pastel...

Nunca he sido muy bueno con las adicciones, no serviría para ser un adicto a ninguna clase de droga permitida y las otras, a veces sin justicia, ilegales.
En mí pandillista juventud, digamos cuando tenía 14 o 15 años, muchos de mis amigos, compinches en esa época, desconocidos ahora, empezaron a probar las mieles de un buen porro de cannabis. Yo, baboso e infantil, aún pensaba en jugar con los G.I. Joe que mí abuela me traía en cantidades industriales desde EEUU. O a lo mucho patear puertas, reventar lunas de Enatrus, salir a mojar chicas con previa metida de mano o ya en último caso jugar fulbito, mucho fulbito, en Nintendo. Años después, cachimbo universitario y no tan baboso, me dediqué a lo único que me hace bailar, el alcohol. Nunca con resultados nefastos. A lo mucho quedarme dormido y ebrio en alguna duna conocida de alguna playa añorada. Pero siempre con buenos amigos que se encargaban de que mí amanecer sea en mí cama, un poco arenado pero sano y salvo. ¿Cómo? No lo sé.

Mí primer contacto con la yerba medicinal, marihuana, mary jane o Cannabis Sativa fue a inicios del nuevo milenio. Yo, baboso como siempre, me encontraba en una playa, que no es Yacila, con unos amigos, no tan amigos, que me regalaron un porro por un favor que les hice. Inexperto me llevé el porro a la boca, cual experto y me escondí como si fuera un burrier, sentía que todo el mundo me miraba y me perseguía (ojo que esto fue antes de prenderlo). Escondido detrás de una casa, sólo, y sin ningún dedo acusador, prendí mí primer troncho, fume y fume, golpee y golpee los ricos olores curativos y espirituales del skan. Torpe en las lides del vicio, fume absolutamente todo el troncho que me habían regalado y eso nunca se hace.

Golpee hasta la última bocanada de humo verde que desprendía. Acuciosamente me lave las manos, y regrese con el pecho inflamado y creyéndome el fumón mas stonazo del mundo, lo máximo, un chico marihuano de los bravos. Diez minutos después una soberana taquicardia invadió de golpe mí sensible corazón, un cruel mareo no me permitía estar de pie y los humos alucinógenos de la yerba habían inundado tanto mí cuerpo que no podía ni mover un brazo, ni parpadear. Rendido caí en un piso de losetas, mientras un buen amigo, de esos que de casualidad estaban por ahí, me reclamaba por tamaña burrada. Lerdo, una vez más, empecé una serie de alucinaciones, que iban desde los titulares de prensa, donde informaban de mí deceso por sobredosis de drogas, hasta alucinar con roche que alguien me quería robar mí canguro, confundiendo a mis brazos con amigos de lo ajeno.

Pasado un tiempo me fui a estudiar a Lima, donde, digamos que el 60% de mí salón consumía la vendita Cannabis. Yo sólo la olía de lejos. Bueno a veces de cerca, pero aún así sin consumirla me producía taquicardias cimarronas, risotadas incoherentes y tembladera de piernas. “Estas quemado Pedro, todo esta en tú cerebro, relájate y vas a ver que no te pasa nada” me comentaba una amiga, que podría aseverar fumaba todo el puto día, una chica recontra fumanchu, bien relajada y súper cague de risa.

Pasaron 5 años y regresé a Piura, como Comunicador. Un 28 de julio decidimos irnos a Yacila a pasar las fiestas patrias con un grupo de más de 10 personas. Entre los viajeros se encontraba un amigo, al que llamaremos Troll para evitar que lo boten de su trabajo. Llegamos, nos instalamos en mí casa, salimos a beber a las tiendas. Ya de noche, cuando no había gente en la casa, saca de su mochila una caja de fósforos y me dice: Pedro, mira lo que he traído, se la encontré a mí primo… ¿Habla?”.
Playa, soledad y amistad son buena mezcla, armamos un porro con la cáscara de un cigarro Marlboro. Fumamos en la terraza de mí casa de playa. A continuación iniciamos una sarta de idioteces, empezamos a cagarnos de risa de todo y de nada. Imaginar platos de comida en el aire, imágenes en el cielo estrellado y a imitar la forma de hablar de ciertos amigos ceceosos, bailarines, morbosos y falaces. Eso sí, sólo le di 3 toques, nada más, nada menos. También no podía dejar de hablar o reírme, caso contrario los mareos me inundaban. La pase bien, no me quejo. Fui un buen pastel por dos horas.

De esa fecha hasta el día de hoy nunca más. Porque le sigo teniendo mucho miedo a sus efectos, porque hace tiempo que no paso 28 en la playa, porque las responsabilidades llegaron y porque la Dra. K me cortaría las bolas si se enterara que he vuelto a caer en el vicio del cannabis. Bueno vicio, vicio, no le llamaría con exactitud, dos o tres veces en mí vida no pueden considerarse adicción. Además, una vez pidiendo un mal consejo, me comentó mí gran amigo limeño, al que llamaremos Drogón: “Mira Pedrito, no te metas en el mundo de las drogas, somos muchos y hay muy poca”…

lunes, 8 de septiembre de 2008

Las viejas más feas del mundo...

Sentado frente al bar, mil besos yo le di, después le dije adiós...
Lo que comenzó como una prometedora tarde para la diversión y el malsano esparcimiento terminó con una ambigua y bizarra compañía, las viejas más feas del mundo y un desenlace inesperado, pero merecido. Mí amigo y yo, el burro por delante, salimos sin rumbo fijo, un domingo aburrido, sin hambre, pero con mucha sed, era el primer fin de semana del año que amanecía sin resaca, ergo había que aprovechar esta linda sorpresa. Ya en el lugar indicado, empezamos la tarde, con la única convicción de pararnos ebrios de la mesa. El resto ya se vería en el camino. Chistes van, chistes vienen, muchas canciones y mucha, pero mucha cerveza.

Frente a nosotros, sentadas y con las garras afiladas se embriagaban un par de señoras, conocidas como las viejas más feas del mundo. Una me miraba a mí, la otra al Necio (mí amigo). De cuando en vez la vieja del Necio me miraba a mí, y mí vieja miraba al Necio. Las viejas se pajeaban mirándonos. Un pajazo mental. Me sentí bien por un momento, que alguien haga prácticas onanistas pensando en mí, era una sensación nueva, y placentera también.
-Oe si que están bien refeas las pobres, conchasumadre y mira como coquetean. ¿Te tirarías una vieja de esas?. Yo ni cagando, pero si me gustaría verlas calatas, para ver unas tetas completamente vencidas por la gravedad, mierda el culo lo deben tener con más arrugas que un papiro. (Sic)
-Ya Pedro de mierda, no imagines huevadas, no hables cojudeces.
-Conchatumadre, te quiero ver luego de caja y media de cerveza. Capaz de quererte agarrar a las viejas más feas del mundo. Desde ya te aviso, conmigo no cuentes. Para la joda esta bien, pero nica hermano, un chape con esas sesentonas y me quedo con sus muelas postizas. (Sic).

Muchos “salud” después, y cuando una caja de cerveza ya rebalsaba de botellas vacías, vi como el Necio levantaba su vaso, guiñándole un ojo a una de las viejas más feas del mundo. De pronto voltee a joderlo y ya no estaba, iba camino a la perdición. Y al ritmo de Grupo 5 realizaba sus mejores y más esmerados pasos de baile.


Ay dime como has hecho
Para que te quiera
Dependo de ti
Como planta a la tierra
Sin mover un dedo
Me has hecho adorarte
A primera vista
Me enamoraste…

El resto es historia, gorgoteos, coqueteos, miradas, unimos mesas, celebramos juntos. Las viejas más feas del mundo nos habían capturado, y tras 18 cervezas ya no las veíamos tan horribles. El necio abrazaba a la más joven, la cual le calculo tendría unos 104 años. Su hermana mayor me miraba y se tocaba el cabello, como pidiendo a gritos un macho cabrío. Pero ni cagando cometería tamaña ofensa para mí pene. La bruja me contaba que era separada, y que tenía una hija de 20 años. (Y porqué mierda no la has traído???? Regrésate a tú casa, tráela y vete).

Mientras tanto, al otro extremo de la mesa el Necio tomaba de la mano y le proliferaba su amor eterno con endulzados besos en las mejillas arrugadas de la Vieja 1. La Vieja 2 me miraba, ya no hablaba, pensé que el Corega ya no hacía efecto en su plancha dental. Entiendo ahora que esperaba que reaccione, pero siempre he sido un ganso para los romances de cantina. Soy un zopenco sacolargo, chibolero 100%, y la única vez que me metí con una vieja, fue porque estaba más buena que todas mis ex juntas, lo malo es que era casada. Resultado: amenazas, y persecuciones.
Bye Lima. Hola Piura.


Y se acabó la cerveza en la cantina, y se terminó el alcohol en el lugar indicado y el Necio estaba más necio que nunca y yo no estaba tan borracho como siempre. Y en el primer descuido tomamos un taxi y abandonamos a las Viejas más feas del mundo, las cuales ya se hacían ilusiones. Ya preparaban sus empolvados traseros para festejar con dos mozuelos trajinados y gordos. En mí huída logré escuchar una maldición (otra más a mí lista) que debí tomar en cuenta.

Ya en la ciudad, pensé "estamos a buen recaudo", siempre pienso mal, nos estacionamos en un pequeño bar, 2 segundos después el Necio masacraba a dos sujetos de la mesa de al lado, mientras que yo trataba de apaciguar lo imposible. Un sonido en seco, como el de una botella de cerveza estrellada contra una cabeza fue el colofón de la tarde. El Necio roto y sangrante, seguía peleando mientras yo golpeaba a alguna multitud provista de muchas botellas más, para reventar a estas dos piñatas gordas y belicosas. Tras estrellarse la segunda botella, pero esta vez en mí cabeza, recordé la maldición de las Viejas Poltergeist: “Vergüenzas han de pasar, a humillaciones serán sometidos y las botellas que han bebido como justicieras servirán” (Sic), mientras la tercera botella retumbaba mí adormecido cerebelo…

sábado, 23 de agosto de 2008

Maldiciones y Aquellarres...

Nacido bajo el signo de “Chala*”, hace más de 27 años, tras una serie de eventos desafortunados y luego de un venturoso parto y felicidad para dos familias. Una bruja despechada por mí padre, gitana decían, serrana diría, lanzó una maldición que me habría de perseguir toda una vida. “Y he ahí que éste niño nacerá y vivirá feliz, pero el día que se enamore sufrirá eternas pesadillas de persecución y donde será objeto de zafias burlas, donde soñará con infidelidades y cuernos, pesadillas que mellarán su ego y su seguridad” (sic). Años después, tras portarme mal, luego de reventar y romper un corazón sincero. Dicha mujer, entre sollozos e iras me lanzaría la segunda maldición “Deseo que todas las cosas que me has hecho, todas las infidelidades y pendejadas que me tocaron de tu parte sean sueños de tú futuro, y te persigan por los siglos de los siglos. Cabrón hijoeputa” (sic).

Y me cagué de risa, pensando que era un gran conquistador, un pendejo de antología, un boy scout que se acababa de llevar una medallita más para colgar en su camisa verde follaje. Orgulloso de pecho inflamado, caminaba, andaba y vivía acumulando féminas, a las cuales engañaba, tomaba y dejaba. Todos felices, todos contentos. “El día que me enamore me cortó un huevo”, comenté simplonamente a uno de los idiotas que me secundaba siempre. Hasta que me enamoré, y los problemas, maldiciones y eufemismos empezaron a inundar y alicatar mis noches, hasta ese momento placenteras, con macabras apariciones de mí ex armada. Todo aguantable hasta que…

Hace tres noches, me encontraba en un estadio o coliseo repleto de gente. La gente aplaudía, se reía, se burlaba. Todos atentos al medio de la cancha, prenden la luz y una voz en off me sorprendió “Con ustedes la atracción del año, deeeeeeel siiiiiglo, el hombre más cornudo del mundo” (sic). Las risotadas y dedos burlones me persiguieron. Luego desperté, sudoroso, exaltado, encolerizado. Yo "esa" atracción circense.
Intenté pensar, en mí paranoico cerebro, que todo era una mera pesadilla, y que no podía tomarme en serio tamaña idiotez. Craso error, por que soy un idiota de campeonato que se toma en serio todas las idioteces del mundo, más aún si las sueño. Más aún si esos sueños vienen cargados de infidelidades y eternas burlas sentenciadas por una bruja despechada y un ángel burlado.

Ese mismo día, horas después, en mi tercer aniversario (el más feliz y sincero) cené, degusté y probé amor. Incontinenti, tras media sangría y algunas cervezas, mí cerebro empezó a maquinar la “venganza del ángel”. Distorsionando toda la realidad y convirtiéndola en una ficción muy bien realizada y producida empecé una discusión sin sentido y sin parámetros. Mí tercer aniversario, muy feliz hasta ese momento, se fue a la mierda, el resto es historia. Si señores, yo también aplaudo a Miss C por tamaña paciencia y amor. Te admiro Miss C, te idolatro Miss C.
Ahora, a pesar de correr el riesgo de un estruendoso infarto y una cruel y merecida impotencia que haga de mí hombría un guiñapo sin fuste, tomo un par de pastillas para poder dormir tranquilo. Al menos las pesadillas no me persiguen y si lo hacen, es tan profundo el sueño que no recuerdo nada y si intentará recordar, siempre hay una pastilla para idiotizarme y hacerme olvidar.
Benvenuto impotenza.
*Chala: Peruanismo, proveniente de la vulgarísima frase ven pa´cachala.

viernes, 8 de agosto de 2008

Manual para caerme bien...

Me gusta ser escuchado, me gusta hablar idioteces con gente idiota; y charlar de política, ideas nuevas y actualidad con gente inteligente, preparada, para aprender y lucirme. Soy demasiado picón y nunca (DIJE NUNCA) me gusta perder. Y si pierdo, lo hago con hidalguía, pero ante un adversario de tertulias superior a mí, digamos que perdería feliz ante un político, locuaz y etcétera como Javier Valle Riestra. Escucharía plácido a Hildebrandt.
Detesto a la gente que sólo habla de dinero, que piensa que siendo un feliz heredero de las reformas de Velasco Alvarado va a suplir su autoestima con dinero. Y que sólo habla de supuestos negocios, préstamos o tarjetas de crédito. Me llega al pincho al estúpido que cree que porque su familia es aprista, él puede cantar “Y alucine, alucine, alucine que tenía poder…” mediocres. No volveré a votar por el Apra, tampoco lo haría por los Humala, pero cada vez más me decepciono de estos temas. Y yo que pensaba ser político algún día. Ni cagando compartiría escaños con el eunuco y aliento de chicha de Miro Ruíz. (Lo odio más que a todo en éste mundo)
Me llega al pincho viajar y que nunca pueda dormir en el trayecto, las piernas se me adormecen con gran facilidad y orino cada diez minutos. En cada curva (peligrosa) me levantó aterrorizado y sudoroso esperando un triste desenlace. Viendo cuantas cabezas voy a tener que pisar para salir del bus, luego de 3 vueltas de campana. Si estoy de buen humor, digamos escuchando Calamaro, si me imagino salvando vidas.
Me encanta la playa, adora Yacila (al norte de Piura), veraneo ahí desde que era un feto. Me gusta emborracharme y caer en el cerro de arena mirando las estrellas y hablando idioteces con alguien o sólo. O pensar en cosas bonitas y frases subidas de azúcar, en caso esté alguien interesante a mi lado. Adoro recordar la tardes yacileras de hace décadas con mí abuelita (+) y sus manjares sabatinos y sus postres exquisitos.
Odio, detesto, aborrezco, me indigestan, me enferman y abomino a la gente que cree que porque tiene un poco de poder puede hablar sandeces y soberanas estupideces y TODO, everybody tienen que reírse de tamañas cagadas. Pero peor me caen los babosos que se ríen, haciendo la vez de portátil de sobonerías del boss.
Me gusta viajar tramos cortos, escuchando música, fumando y pensando en cosas que diría a personas que no veo hace mucho tiempo (porque me odian). Que canciones les dedicaría y de que forma les pediría disculpas y perdones por tanta malquerencia. Me contento imaginando buenas respuestas y a veces se me pone la piel de gallina de la emoción escuchando Calamaro y recordando hechos infames.
Disfruto al máximo las inmensas reuniones familiares tocando guitarra y cantando con los Balmaceda. Adoro los domingos en mí casa, en mí pequeño núcleo familiar con mi abuelo (tata), mis hermanos, padres y tíos. Me cago de risa alucinando a mí abuelo y sus historias de antaño, es como ver el Chavo del 8 miles de veces y seguirse riendo. Es orgásmico hacer reír a la gente y que te retribuyan con risotadas acompañadas de aplausos.
Detesto no poder vivir de lo que más me gusta, y de lo que creo es lo único que me da vida: escribir. Me gustaría fugarme a una playa (Yacila) y quedarme durante un año escribiendo, regresar, presentar mí libro. Firmar para una editora extranjera, que mí libro sea reeditado en 10 idiomas y seguir escribiendo por el resto de mí vida sin preocuparme cómo pagar las simples deudas que tengo, y cómo saciar mí apetito voraz. Me gustaría reformar la educación en el Perú.
Me encantaría ser adicto al deporte, pero detesto el gym y me llega al pincho levantarme temprano a correr y/o ir a hacer algún tipo de ejercicio físico. Prefiero quedarme en mí cama, junto a mis seis almohadas leyendo un buen libro, y apuntando ideas y frases nuevas para una novela o un cuento, imaginando coherentes proposiciones y sospechando que: Las mentes brillantes manejan ideas; las mentes corrientes hablan de actualidades; las mentes mediocres hablan de los demás...