martes, 10 de agosto de 2010

La muerte está rondando...


Siempre que viajo tengo la, espero siempre sea así, errónea sensación que moriré. Que dejaré de respirar entre los fierros retorcidos de mí cómodo transporte terrestre. O que quedaré hecho polvo tras una exacerbada explosión, acrecentada por un ataque terrorista, en el vuelo que me transporta nervioso y temeroso ante cada turbulencia. Sin más destino que la muerte, he aprendido a vivir, paso a paso, con ella desde pequeño. Y a pesar que le tengo mucho miedo, he sabido ganarme su amistad y compasión. Y creo que por esos azahares del destino- pacato y engreído- sigo vivo; no porque lo merezca, sino porque he tenido cierto grado de fortuna y tal vez porque yerba mala nunca muere.


Desde que tengo uso de razón la muerte ha rondado las cercanías de mis fronteras. He vivido a choques y atropellos; he podido respirar luego de ahogarme. Me salvaron de morir atragantado y casi no la cuento. Pero lo más cerca que estuve de morir fue en la primera operación que tuve – porque han sido varias – para contrarrestar un jodido tumor. Los doctores, como todos en el Perú, no tenían la experticia suficiente para tratar un “Angiofibroma Nasofaríngeo”, cosa que ocasionó un paro cardio-respiratorio en plena operación y gracias a un desfibrilador sigo aquí, para males de muchos. La verdad que no me siento invencible en lo más mínimo. Siempre me he considerado un ser sumamente debilucho y falto de energía.


Estas cercanías a la muerte han creado ciertas adicciones y temores dentro de mí. Soy hipocondríaco a más no poder, por cualquier motivo y sin motivo aparente consumo cantidades industriales de pastillas. La mayoría me mantienen certeramente feliz todo el día y sin ánimos de levantarme en pie de guerra contra el mundo. Hoy me ataca un agudo dolor de cabeza, me despierto, de madrugada, frío y temeroso, pensando en el momento que el “aneurisma” reventará dentro de mí cerebro, dejándome muerto en vida. Esto se ha agudizado por el consumo de tabaco, que ahora no sólo causa cáncer sino que también Isquemia cerebral. A esto le sumo mí pronunciada forma de torturarme con una muerte joven, y siento a la “parca” respirándome en la nuca. Antes del “aneurisma”, por el cual esta semana me haré una tomografía y un encefalograma, me atacaban cuadros de pánico y ansiedad, ocasionándome taquicardias cimarronas, que me hacían presagiar un fulminante paro cardiaco.

Sólo espero que cuando la muerte – que duerme al lado de mí cama, que es loza y es mujer, que es cruel e insoportable, que es digna y mentirosa, que va siempre directo al grano y que no entiende de esperas – llegué, tenga tus ojos, tú mirada y tú sonrisa y ese culo de antología y ese cuerpo tan bien armado y esos pies de lujuria. Y si no es mucho pedir que me encuentre dispuesto a todo y armado, expresivamente armado.

PD: Disculpen la demora. La ispiración se fue con otro y las ganas la siguieron.
PD2: Si no vuelvo a escribir es porque la muerte llegó antes del siguiente post.