sábado, 29 de noviembre de 2008

Se busca Dentista (Noble y Sentimental)

Desperté asustado, de madrugada, aterrorizado. Una pesadilla más de las que suele inundarme en mis largas noches me había jugado una mala pasada. La mujer que me persigue en sueños (leer post anteriores) había regresado. Ya no tenía cuchillos. Ya no tenía pistolas. Ya no me perseguía con su risa guasonesca. Logré percibir en sus pequeñas manos de manicure perfecta, una broca de dentista, con ese sonido perturbador que manda toda mí inocua valentía al carajo.
Salí de mí cuarto, caminé hacia el baño, tomé un poco de agua de caño (cosa que nunca hago a menos que este desesperado). El chorro helado del agua impura me reveló la génesis de mí pesadilla, un estrepitoso dolor de muela (del juicio) había iniciado en plena madrugada. Esos que no dejan dormir. Esos dolores intensos que enloquecen y trastornan y aturden y perturban. Mí última muela del juicio me estaba desquiciando. Oh, doy gracias a Dios por haberme hecho tan hipocondriaco. De mis cajones rescaté varias pastillas para el dolor, desde las más fuertes hasta las más genéricas. Me tomé dos para el dolor, una para la infección y un valium, para resguardar una noche placentera y súper relajada. Drogado me llevo mejor con Morfeo.

Desperté exaltado, asustado. Sabía lo que me esperaba. Bye dolor, hola dentista. “Señorito Pedro Castro, adelante”, la pensé dos veces, la pensé tres cuatro, cinco y seis. Saqué mí celular, le hice una seña de espera a la secretaria del Doc y huí despavorido. Me evaporé, huyendo de las brocas ponzoñosas y malsanas y de esos guantes de látex llenos de sangre de encías moradas y asquerosas de pacientes de tufos vomitables.


Deserté a vivir sin problemas y acepté convivir con mí maldita muela del juicio. Llevamos una semana juntos, conviviendo entre dolores incipientes y cocteles de pastillas para el dolor, la inflamación y una cereza de diazepan. Estamos bien, nos entendemos, hemos llegado a un buen acuerdo. Yo no dejó que la extirpen, y ella no me desquicia la vida, tanto. Ella me deja vivir sin visitas al dentista y yo a cambio la engrío con helados light y vodka tonic. Y me gusta la convivencia. No hay sexo. No hay peleas. Pero hay paz. No hay dolores. Ahí estamos. Hasta que algún día se despierte histérica, malhumorada y volcánica y tenga que extirparla sin más remedio. Lloraré ese día, ya no habrá más cocteles para mí, ni vodka tonic para ella...

martes, 25 de noviembre de 2008

Hoy no estoy adentro mio...

Existen cosas en el mundo supremamente ordenadas para ser odiadas, o en menos nivel, detestadas por mí flagrante humanidad. En mí inexistente existencia, escasa importancia y frágil poder de convencimiento, esta es mí lista, sin orden cronológico, de las cosas que más me joden de éste mundo, de mí, de ti y de mis otros yo.

Detesto a un vil asesino como George W. Bush. Genocida y creador de guerras ficticias. Mecenas del terror y la destrucción.
Tiemblo de pánico cada vez que tengo que acudir al Estomatólogo, el sonido de sus brocas encendidas me vuelve gelatina; aunque tiempo atrás estuve con una mujer proyecto de odontóloga. Si señores, fui un conejillo de indias de una universitaria y sus moldes palatinos y dístales. No soporto sudar, si pudiera alicataría mis glándulas sudoríparas con brea.
Odio amar más la lectura que el deporte. Pero prefiero nutrir mí cerebro, ya que nunca sufrirá de mofles o caerá ante el cruel paso del tiempo. Tus bíceps si.
Detestó a los políticos que, dizque, gobiernan este país, empobreciendo más a los pobres y enriqueciendo más a sus amigos. “Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. Salud Compañero. Detesto al tetón del presidente. Porque quiere hablar en chino mandarin y hace el ridículo. Me parecen una retreta de rapaces los fujimoristas necios y brutos, que defienden por defender, que no saben porque están en una marcha, y sólo sirven para gritar vivas a un delincuente. (Odio la sola presencia de Carlos Rafo, su voz causa animadversión, su visión son arcadas de antología).

Odio ser gordo. Odio poder bajar de peso rápido. Pero odio no poder hacer dietas, pero más odio mí falta de interés en el deporte. Odio el calor, a menos que este tomando cerveza o en aire acondicionado. No soporto a las mujeres de pies feos y descuidados. Es tan barata la pedicure.
Me llegan al pincho las niñas que sanas son marciales, pero dos cervezas más tarde se abren como una flor en primavera. Detesto las filosofadas baratas o las miradas de supuesta seductora, con licencia comprada en Jr. Azángaro. Condeno que seas tan infantil e idiota, ¿y perra? (Dicen. Y Esa es la Pura Purita). Me indigna la gente estúpida que no reclama sus derechos. Y la gente que se ríe de las bromas sin sentido que su jefe lanza sin escrúpulos y sin gracia.
Odio a los acomplejados xenófobos y peleles racistas. Dan lástima.
Les deseo crueles naufragios a los bucaneros que revientan y matan las ballenas y delfines del mundo. Repelo toda acción que inmiscuya gozar mediante el dolor animal. Peleas de gallos, corridas de toros, peleas de perros.

Odio ver ancianos pidiendo limosna en las calles. ¿Para eso vivieron tanto?, donde mierda esta el Sr. Presidente? Inflando su ego con un gobierno intrascendente que busca borrar con la mano derecha lo que hizo en el ´85. Ergo, Alan García busca inflar más su pecho de pavo, y pasar a la historia como un presidente, medicadamente estable. Lo detesto x 2.
Odio la mentira de otras personas, pero amo, adoro e idolatro mí capacidad para crear cuentos y mentir sin escrúpulos. Nunca me dejaría sobornar. Me caen pésimo los críticos de cine, los de arte y los de literatura; son simples peleles que nunca pudieron ser directores de cine, no nacieron para pintar y no tienen creatividad para escribir. Son envidiosos. Son rapaces.

No odio las drogas. No las consumo. Consumí yerba siendo infante, huele bien, pero sus efectos en mí son devastadores. No cocaine.
Me llega al pincho que un bruto, ignorante y antipatriota jugador de fútbol gané más dinero que un profesional escritor. O un Comunicador decente.
Detesto tú superficialidad y esa manera tan imberbe que tienes de llevar tú vida. Y esa rastrera forma de ser. Y esa zalamera y adulona ofrecida amistad. Y esa moral tan falta de virtudes. Y esa facilidad para entregarte y desnudarte ante cualquiera. Pero me alegra porque sólo me atraes, sin poseer la fuerza suficiente para unirme a ti. (Felizmente).

lunes, 10 de noviembre de 2008

La verdad no duele.....

"Todo poeta se ha angustiado, se ha asombrado y ha gozado. La admiración por un gran pasaje de poesía no se dirige nunca a su pasmosa habilidad, sino a la novedad del descubrimiento que contiene. Incluso cuando sentimos un latido de alegría al encontrar un adjetivo acoplado con felicidad a un sustantivo, que nunca se vieron juntos, no es el estupor por la elegancia de la cosa, por la prontitud del ingenio, por la habilidad técnica del poeta lo que nos impresiona, sino la maravilla ante la nueva realidad sacada a la luz"


Y me encontré solo, solo con mí soledad, mi vasta imaginación y la vieja y maldita costumbre de pensar que todo tiene solución, a veces incluso la muerte. Solo junto a mi optimismo, y mi jacarosa manera de salir de algún problema. Mí odiosa cualidad para verle el lado bueno a las situaciones pésimas, mi detestable buen humor para salir del problemón de existir sin vivir, o de despertar sin ganas de hacer lo mismo todos los putos días del año. Levantarme de la cama, escuchando “Don´t stop me now” con la prodigiosa voz de Freddie Mercury, al inicio me inspiraba, ahora me da igual. Me da igual saber que tengo que llegar a la oficina, a hacer trabajos de oficina, a escribir webadas y buscar inspiración de donde no la hay. Escribir con parámetros. Sufrir recibiendo órdenes de pedantes zamacucos o un inexperto pingüe estulto y de voz melodramática y una capacidad de campeonato para ser un chupamedias profesional. Sin contar con un extraño hedor que puede originar gigantescas arcadas.





Pero lo que más aborrezco es mí falta de valentía para mandar todo a la mierda, echar todo por la borda e ir tras mí sueño. Fugar de la ciudad e irme a escribir, borronear y garabatear. Sin parar. Sin contemplaciones. De todos y de nadie. De mí vida y de la tuya. De mis historias y de las que escuche y tome como propias. De los cuentos que me creí. Y de los sueños que añoro se me hagan realidad o de las pesadillas que deseo que vivan mis enemigos (que no tengo porque nadie esta a la altura de amargarme tanto la existencia. Ni yo a la altura de tener enemigos).Éste blog empezó, tristemente, como una página de desfogue, una weblog donde poder canalizar toda mi cobardía de no poder iniciar mí propia historia, mí propio libro. El temor de no conseguir, y no tener, una editorial importante que se interese en mí. El miedo de pensar que nadie me lee, nadie me leerá. De que nadie comprenda nada, mucho menos mí familia.


Y escribo por escribir. En mí blog escribo sin pensar, con ideas, pero sin caracteres, sin sumillas, bajadas o datos. En mí blog soy yo, nadie me corrige, todos me comentan. Y sólo yo me llevó los laureles o críticas. Y si me da la puta gana de ser una puta descorazonada pues lo soy, sin guardar un ápice de recato porque también escribo para un diario decente, y hay que guardar las apariencias. Yo no tengo apariencias (me enseño mí padre) soy un chuchasumadre que dice la verdad y no inventa realidades. Por eso me siento aislado en éste arrecife de cautela, donde no es bueno contar la verdad porque a nadie le gusta saber de que adolece. ¿O me equivoco?...