Han pasado más de seis años desde la última vez que te vi. Han pasado muchas cosas en mí vida y la tuya sigue igual. No me consta, lo sé por chismes y preguntas camufladas en preocupación. Ha pasado lo que tenía que pasar y aún sigo recordándote. Ha pasado lo que tuvo que pasar y aún piensas en nosotros como una posibilidad. He dibujado un pretérito imperfecto muy imperfecto. Tú has creado un pasado que regresa a tú presente y se aloja con desparpajo en tú futuro. Ya no somos iguales, ¿somos parecidos?, acaso ¿somos?, tan siquiera ¿podríamos ser?.
Han pasado 72 meses desde que te vi por última vez, han pasado 2190 días y miles de noches sin ver tú cara, sin oír tú voz, sin sentir tus gemidos y sin soportar tus quejidos. Ha pasado un año más en mí vida y, sinceramente, sin novedad en el frente. Sigo siendo soltero y comprometido eterno, el novio de nadie, el corazón de piedra y el egoísta magnífico que siempre me recalcaste que era. Lo sigo siendo y hoy más que nunca siento que no cambiaré jamás.
Me he frustrado y he vivido, he mentido más que en mis vidas pasadas, le he rogado a Dios, he creído nuevamente, he rezado en las noches y en sumatoria sigo descreyéndome más que nunca. Me enseñaste a ser ateo y lo aprendí bien.
Caminando estaba, no por las calles de Chicago sino deambulando por provincias y un olor llamó mí atención. Una chica, una equis, una fea, una chola (como dirías tú) usaba el mismo perfume que tú solías usar. Una coincidencia que en seis años no había percibido, un cambio de mando en el juego que aún de lejos y sin saber seguimos jugando, un círculo inacabable que nunca se va a cerrar, mí primer libro para ti. Un escrito que cuando lo leas te creará arcadas de rabia, resentimiento, odio, frustración y celos y tal vez amor. Ódiame por piedad yo te lo pido.
Y escribo nuevamente sin saber porqué, sin querer hacerlo y sin un tener una base mental. Porque soy así, porque nunca sé porque hago las cosas, porque tal vez después de postear esto me arrepienta y porque tal vez después que lo leas siga siendo lo mismo siempre. Y escribo nuevamente sabiendo que no busco el perdón ni la gracia divina, ni mucho menos tú pleitesía tan embriagada de superficialidad.
Y escribo nuevamente tratando de hacer la buena catarsis que nunca podré culminar con resultados positivos. Y escribo nuevamente para vos… reina… tan tan. Como eso tangos que nunca quisiste escuchar conmigo pero que ahora tú los escuchas sin mí. Eso sí, la cama nunca está vacía pero no es igual, nunca es igual.
Happy New Year and luck, good luck.