Una catarsis o situación catártica, es una experiencia interior purificadora, de gran significado interno, provocada por un estímulo externo. Mandar todo a la mierda y explotar visceralmente, expeliendo todo lo que nos produce intranquilidad y desdicha. Todo lo escrito en esta bitácora es mera y escueta ficción. Pero si alguien se siente identificado con los personajes, las disculpas del caso por robar su realidad y convertirla en mí ficción...
sábado, 27 de junio de 2009
GOD SAVE THE KING...
R.I.P. King Of Pop...I'll always love you!!
Michael Jackson: The One.
Thanks for all...
viernes, 26 de junio de 2009
En la acera del frente...
Me quedé pensando lo que todo el mundo haría, ¿Qué tontos y pequeños pueden ser nuestros problemas? Más aún si los comparamos con héroes minusválidos que salen airosos de la vida, gente luchadora que no se deja vencer por impedimentos físicos o miradas y/o comentarios zafios.Y me sentí un webonazo de campeonato, un perfecto idiotón que pelea por nada, que se ahoga en un vaso con agua o que le da la importancia no debida a problemas estúpidos. Y pensé, hoy no me voy a amargar ni hacer problemas por nada del mundo, pero no puedo, ya estoy empinchado escribiendo este post. Y me pregunto, porqué amargarme por gente que jode mí trabajo. Existe un divieso mutante que se cree retratista de celebridades. Un cerdo gigante sudoroso y abombado. El ser más apestoso que he conocido, con un culo inmenso, una boca babosa y un tono de voz entre mongólico y aniñado. Con un hedor, que emana de sus poros cuales pedos vespertinos. Su culo no entra en una silla común y corriente, el grasiento pesa cerca de 120 kilos. Y estoy casi seguro que su boca ostenta el mismo tufo que sus posaderas.
Eso si, el Sr. Culo, tiene un criterio tan grande como un folículo piloso y su talento editorial es casi el mismo que el de Tongo para el canto. Es una marrano chismoson y maletero, podría decir que hasta medio amanerado. Y feo el condenado, feo como el Maestro Java, grotesco como las tetillas de Alan, risible como una muela careada de la tía Bozzo, con todo y mal olor. Y me doy cuenta porque nadie habla de él, porque lo expectoran de todos lados, y sólo tiene de amigos a la gente que él suele chuparle las medias. Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Vale la pena amargarse por un oxiuro sobrealimentado? Y yo mismo me respondo: Pues claro que no perfecto estúpido, nadie vale tanto la pena como para amargarse, menos aún un moco de carpeta, una flema sin talento. Y entonces dejo la catarsis acá, porque ya desprecie mucho, y no es justo gastar mis insultos y creatividad en mojones tan insignificantes.
Y aquí acabó el post más mentecato que he podido escribir, y seguro el peor que escribiré en todo lo que pueda durar esta aventura de Vano Oficio. Esto me ha servido para darme cuenta que soy mejor desdeñando de mí mismo que de otra gente. Y también me hace pensar que de gente intrascendente no puedo escribir, porque no inspira. Pero estoy seguro que no hay mal que resista mucho sueño y ayuno…ni cerdo que lo resista.
lunes, 22 de junio de 2009
El retorno del Stupid Boy...
No tengo un tipo ideal de mujer, me han gustado de cualquier etnia, piel, matiz o religión. Eso sí, me enamoro perdidamente de la inteligencia, a tal punto que puedo adorar una bienhechora conversación y amar buenas respuestas. ¿He sufrido por amor? Yo creo que sí, cuando la Dra. K me deja o me abandona vivo en el limbo y sin rumbo. Aunque nunca quiera reconocerlo, mí vida es parte de ella, por eso soy feminista hasta los huesos. Porque ella también lo es. Por eso respeto las señales de tránsito, porque ella me enseño a respetarlas. Por eso pienso y luego existo, porque ella me enseño a pensar, y pensar bien. Por eso me encanta amarla, porque ella fue la única que me enseño como hacerlo.
Volviendo al tema principal, que es una de mis acostumbradas catarsis -nuevamente- me jode la gente que come con la boca abierta y peor aún si conversa masticando. Carajo que te puedes atorar, imbécil que se te ve la garganta y los dientes llenos del bolo alimenticio. Ciérrate sésamo. Aborrezco mis falsas y cobardes ganas de querer mandar todo a la mierda y dedicarme a escribir, y tratar de ser un literato ramplonamente desconocido, y con carro en la puerta de su casa. Detesto a las moscas y los zancudos, los baños sucios y hacer cola. Detesto los mocos y la gente que eructa y se tira pedos como si fuera gracioso. Me gustaría alicatarles el culo con brea, eso si sería muy gracioso.
viernes, 12 de junio de 2009
Mí orgullo puede más...mucho más
Hace pocos días vi un reportaje, donde unos periodistas argentinos y peruanos despotricaban contra nosotros, los blogger, infiriendo que nosotros no somos estrellas mediáticas y mucho menos famosillos como para colgar nuestras vidas, penurias, tristezas y sinsabores en una seudoweb. Entonces, yo orgulloso y soberbio, pensaba porque mierda este par de galifardos asexuados se tomaban media hora de una entrevista para maltratarnos. O es que acaso nuestras miserables vidas estén siendo más leídas que sus apestados libros monotemáticos.
Y prueba de ello y mí poco interés por ser conocido es que escribo cada vez que lleno el silo de mí paciencia, o cada vez que una pesadilla me atormenta brutalmente, o cuando cago las cosas (que de un tiempo atrás ya no son tan frecuentes). Últimamente mí vida esta estable y eso no me permite regocijarme en el barro de mí inmundicia, lejanamente recuerdo problemas tontos y orgullosos. Y si antes me arrepentía, ahora me alegra de haber tomado ciertas decisiones, porque de lo contrario mí vida no tuviera el caudal que tiene hoy en día, ni hubiera conocido a la Dra. K, ni existiera VanoOficio y mucho menos Neo me escribiera comentarios tan compasivos, humamos y bienhechores. Esos que me dan ganas de seguir escribiendo.
Y trayendo un poco del pasado a mí presente, me gustaría recordarte una de las canciones con la que partí, esa que te dediqué por el auricular de mí celular viejo y tosco, esas canciones que son mensajes directos en un día de esos en que nos emborrachábamos con tragos cachineros, previo al infausto día de afirmaciones de templete: Compárame que aunque salga ganando yo he perdido, si de nada valió haberte querido, quizás a mí me sirva de lección. Compárame que ya tuve ocasión de compararte, si de nada valió haberte querido… Mí orgullo puede más que nuestro amor.