sábado, 27 de junio de 2009

GOD SAVE THE KING...

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R.I.P. King Of Pop...I'll always love you!!
Michael Jackson: The One.
Thanks for all...

viernes, 26 de junio de 2009

En la acera del frente...

Viajo por la vida apurado, nunca me da el tiempo para nada, siempre llego tarde a todo y pocas veces he sido felicitado por mí escasa puntualidad. Hace unas horas salía de casa, raudo, veloz, con chompa y lentes de sol sin sol, triste por la muerte de Michael Jackson, acongojado por que murió un ídolo, el Rey del Pop, un ser incomprendido, raro, loco, excéntrico, insólito, paradójico como suelen ser los genios. Pero algo llamó mí longánima atención, en la acera del frente caminaba un joven, muy fresco, ciego, muy ciego; con el típico bastón guía. Sus pasos eran firmes, seguros, como el que ve con perfectos ojos felinos. Su andar era rápido, de pasos largos, como el que viaja apurado a una cita. Sorteó todos los huecos de la vereda con maestría de experto cirujano, cruzó la pista haciendo un ademán de escuchar quién viene por la derecha e izquierda, y se perdió caminando a paso galopante en la trocha inmensa que se han convertido las calles de Piura.

Me quedé pensando lo que todo el mundo haría, ¿Qué tontos y pequeños pueden ser nuestros problemas? Más aún si los comparamos con héroes minusválidos que salen airosos de la vida, gente luchadora que no se deja vencer por impedimentos físicos o miradas y/o comentarios zafios.Y me sentí un webonazo de campeonato, un perfecto idiotón que pelea por nada, que se ahoga en un vaso con agua o que le da la importancia no debida a problemas estúpidos. Y pensé, hoy no me voy a amargar ni hacer problemas por nada del mundo, pero no puedo, ya estoy empinchado escribiendo este post. Y me pregunto, porqué amargarme por gente que jode mí trabajo. Existe un divieso mutante que se cree retratista de celebridades. Un cerdo gigante sudoroso y abombado. El ser más apestoso que he conocido, con un culo inmenso, una boca babosa y un tono de voz entre mongólico y aniñado. Con un hedor, que emana de sus poros cuales pedos vespertinos. Su culo no entra en una silla común y corriente, el grasiento pesa cerca de 120 kilos. Y estoy casi seguro que su boca ostenta el mismo tufo que sus posaderas.

Eso si, el Sr. Culo, tiene un criterio tan grande como un folículo piloso y su talento editorial es casi el mismo que el de Tongo para el canto. Es una marrano chismoson y maletero, podría decir que hasta medio amanerado. Y feo el condenado, feo como el Maestro Java, grotesco como las tetillas de Alan, risible como una muela careada de la tía Bozzo, con todo y mal olor. Y me doy cuenta porque nadie habla de él, porque lo expectoran de todos lados, y sólo tiene de amigos a la gente que él suele chuparle las medias. Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Vale la pena amargarse por un oxiuro sobrealimentado? Y yo mismo me respondo: Pues claro que no perfecto estúpido, nadie vale tanto la pena como para amargarse, menos aún un moco de carpeta, una flema sin talento. Y entonces dejo la catarsis acá, porque ya desprecie mucho, y no es justo gastar mis insultos y creatividad en mojones tan insignificantes.

Y aquí acabó el post más mentecato que he podido escribir, y seguro el peor que escribiré en todo lo que pueda durar esta aventura de Vano Oficio. Esto me ha servido para darme cuenta que soy mejor desdeñando de mí mismo que de otra gente. Y también me hace pensar que de gente intrascendente no puedo escribir, porque no inspira. Pero estoy seguro que no hay mal que resista mucho sueño y ayuno…ni cerdo que lo resista.

lunes, 22 de junio de 2009

El retorno del Stupid Boy...

Desde muy pequeño siempre he detestado las servilletas de papel, me parecen innecesarias y un gasto excesivo, un sacrificio insano de árboles y naturaleza. He sufrido un extraño caso de amor-odio con el fuego; los fósforos llaman mucho mí atención. Los detesto porque su tallo esta hecho de madera, lo adoro porque la pólvora puede incendiar todo lo que toca. He estado varios años en rehabilitación para curar una enfermedad que hizo que mí psicólogo me clasifique en el file de los Piromaniacos, pero ya hace mucho tiempo que no juego con fuego. Al menos no literalmente. Soy ecologista pero nunca sería vegetariano.
Ver gente escupiendo en el piso me causa mucha aversión, no es que pretenda ser fino y educado, sólo que soy asquiento hasta las lágrimas. Una arcada extraña puede lograr en mí el mayor de los vómitos hechos por un ser humano. Un olor muy fétido puede producirme náuseas de varias horas. Y un simple comentario o foto repugnante puede hacer que mí presión baje hasta ultratumba y dejarme helado como hielo seco. Odio tener que fingir atención o interés en conversaciones con gente inútil, detesto quedar bien siendo hipócrita. Censuro a la gente que tiene dos caras, una cuando necesita un favor y otra cuando no te necesita. Pero más me jode el no poder mandarlos a la mierda, porque soy un webón protocolar, medio caballeroso, que evita peleas y a veces pone la otra mejilla. Odio, aborrezco, detesto, fustigo, me causa animadversión, tirria, antipatía y ojeriza la gente soberbiamente idiota y que encima baila reggaeton. Y que peor aún lo baila como su género opuesto.

No tengo un tipo ideal de mujer, me han gustado de cualquier etnia, piel, matiz o religión. Eso sí, me enamoro perdidamente de la inteligencia, a tal punto que puedo adorar una bienhechora conversación y amar buenas respuestas. ¿He sufrido por amor? Yo creo que sí, cuando la Dra. K me deja o me abandona vivo en el limbo y sin rumbo. Aunque nunca quiera reconocerlo, mí vida es parte de ella, por eso soy feminista hasta los huesos. Porque ella también lo es. Por eso respeto las señales de tránsito, porque ella me enseño a respetarlas. Por eso pienso y luego existo, porque ella me enseño a pensar, y pensar bien. Por eso me encanta amarla, porque ella fue la única que me enseño como hacerlo.

Volviendo al tema principal, que es una de mis acostumbradas catarsis -nuevamente- me jode la gente que come con la boca abierta y peor aún si conversa masticando. Carajo que te puedes atorar, imbécil que se te ve la garganta y los dientes llenos del bolo alimenticio. Ciérrate sésamo. Aborrezco mis falsas y cobardes ganas de querer mandar todo a la mierda y dedicarme a escribir, y tratar de ser un literato ramplonamente desconocido, y con carro en la puerta de su casa. Detesto a las moscas y los zancudos, los baños sucios y hacer cola. Detesto los mocos y la gente que eructa y se tira pedos como si fuera gracioso. Me gustaría alicatarles el culo con brea, eso si sería muy gracioso.

Si me pidieran musicalizar mí vida lo haría con la canción: Here whit me de Dido, no sé porque me parece genial, espléndida. Me relaja, me mata y me renueva. Me transporta y me acarrea. Me deja morir en paz, creyéndome libérrimo…

viernes, 12 de junio de 2009

Mí orgullo puede más...mucho más

Siempre me califican como un soberbio de mierda, un orgulloso del carajo. Y yo recuerdo, no lo admito, que antes fue peor. Y que ahora soy un simplón sin orgullo, que nada le cuesta pedir perdón si se equivoca y disculpas si no esta errado.
Hace pocos días vi un reportaje, donde unos periodistas argentinos y peruanos despotricaban contra nosotros, los blogger, infiriendo que nosotros no somos estrellas mediáticas y mucho menos famosillos como para colgar nuestras vidas, penurias, tristezas y sinsabores en una seudoweb. Entonces, yo orgulloso y soberbio, pensaba porque mierda este par de galifardos asexuados se tomaban media hora de una entrevista para maltratarnos. O es que acaso nuestras miserables vidas estén siendo más leídas que sus apestados libros monotemáticos.

Y confieso la verdad, yo nunca empecé a escribir para recibir elogios o insultos. No empecé a escribir para hacerme famoso y me llamen de los programas de TV para dar mí opinión sobre la aborrecible cara de culo de Magaly Medina. Tampoco inicie mí escritura con éste blog, porque antes de éste blog yo ya escribía, ya leía y ya era un ilustre desconocido. Otra aclaración, el nombre Vano Oficio, no nació hace un año, el nombre ya lo tenía desde el año 2,000 cuando inicie la aventura de escribir cuentos. Mucho menos inicié mis garabatos pensando en ti o en mí, la génesis de todo resultó de mis tantas visitas al psicólogo, tantos malos consejos recibidos, tantas frustraciones creadas y demasiadas maldades realizadas. Soy el producto de muchos problemas y pocas soluciones.

Y prueba de ello y mí poco interés por ser conocido es que escribo cada vez que lleno el silo de mí paciencia, o cada vez que una pesadilla me atormenta brutalmente, o cuando cago las cosas (que de un tiempo atrás ya no son tan frecuentes). Últimamente mí vida esta estable y eso no me permite regocijarme en el barro de mí inmundicia, lejanamente recuerdo problemas tontos y orgullosos. Y si antes me arrepentía, ahora me alegra de haber tomado ciertas decisiones, porque de lo contrario mí vida no tuviera el caudal que tiene hoy en día, ni hubiera conocido a la Dra. K, ni existiera VanoOficio y mucho menos Neo me escribiera comentarios tan compasivos, humamos y bienhechores. Esos que me dan ganas de seguir escribiendo.

Y trayendo un poco del pasado a mí presente, me gustaría recordarte una de las canciones con la que partí, esa que te dediqué por el auricular de mí celular viejo y tosco, esas canciones que son mensajes directos en un día de esos en que nos emborrachábamos con tragos cachineros, previo al infausto día de afirmaciones de templete: Compárame que aunque salga ganando yo he perdido, si de nada valió haberte querido, quizás a mí me sirva de lección. Compárame que ya tuve ocasión de compararte, si de nada valió haberte querido… Mí orgullo puede más que nuestro amor.