Viajo por la vida apurado, nunca me da el tiempo para nada, siempre llego tarde a todo y pocas veces he sido felicitado por mí escasa puntualidad. Hace unas horas salía de casa, raudo, veloz, con chompa y lentes de sol sin sol, triste por la muerte de Michael Jackson, acongojado por que murió un ídolo, el Rey del Pop, un ser incomprendido, raro, loco, excéntrico, insólito, paradójico como suelen ser los genios. Pero algo llamó mí longánima atención, en la acera del frente caminaba un joven, muy fresco, ciego, muy ciego; con el típico bastón guía. Sus pasos eran firmes, seguros, como el que ve con perfectos ojos felinos. Su andar era rápido, de pasos largos, como el que viaja apurado a una cita. Sorteó todos los huecos de la vereda con maestría de experto cirujano, cruzó la pista haciendo un ademán de escuchar quién viene por la derecha e izquierda, y se perdió caminando a paso galopante en la trocha inmensa que se han convertido las calles de Piura.
Me quedé pensando lo que todo el mundo haría, ¿Qué tontos y pequeños pueden ser nuestros problemas? Más aún si los comparamos con héroes minusválidos que salen airosos de la vida, gente luchadora que no se deja vencer por impedimentos físicos o miradas y/o comentarios zafios.Y me sentí un webonazo de campeonato, un perfecto idiotón que pelea por nada, que se ahoga en un vaso con agua o que le da la importancia no debida a problemas estúpidos. Y pensé, hoy no me voy a amargar ni hacer problemas por nada del mundo, pero no puedo, ya estoy empinchado escribiendo este post. Y me pregunto, porqué amargarme por gente que jode mí trabajo. Existe un divieso mutante que se cree retratista de celebridades. Un cerdo gigante sudoroso y abombado. El ser más apestoso que he conocido, con un culo inmenso, una boca babosa y un tono de voz entre mongólico y aniñado. Con un hedor, que emana de sus poros cuales pedos vespertinos. Su culo no entra en una silla común y corriente, el grasiento pesa cerca de 120 kilos. Y estoy casi seguro que su boca ostenta el mismo tufo que sus posaderas.
Eso si, el Sr. Culo, tiene un criterio tan grande como un folículo piloso y su talento editorial es casi el mismo que el de Tongo para el canto. Es una marrano chismoson y maletero, podría decir que hasta medio amanerado. Y feo el condenado, feo como el Maestro Java, grotesco como las tetillas de Alan, risible como una muela careada de la tía Bozzo, con todo y mal olor. Y me doy cuenta porque nadie habla de él, porque lo expectoran de todos lados, y sólo tiene de amigos a la gente que él suele chuparle las medias. Entonces me vuelvo a preguntar: ¿Vale la pena amargarse por un oxiuro sobrealimentado? Y yo mismo me respondo: Pues claro que no perfecto estúpido, nadie vale tanto la pena como para amargarse, menos aún un moco de carpeta, una flema sin talento. Y entonces dejo la catarsis acá, porque ya desprecie mucho, y no es justo gastar mis insultos y creatividad en mojones tan insignificantes.
Y aquí acabó el post más mentecato que he podido escribir, y seguro el peor que escribiré en todo lo que pueda durar esta aventura de Vano Oficio. Esto me ha servido para darme cuenta que soy mejor desdeñando de mí mismo que de otra gente. Y también me hace pensar que de gente intrascendente no puedo escribir, porque no inspira. Pero estoy seguro que no hay mal que resista mucho sueño y ayuno…ni cerdo que lo resista.
1 comentario:
que heavy!
uhmmm recuerdo cedro: "La gente tiene problemas... por que se le da la gana"
En el momento que le encuentremos el sentido a esa frase veremos la vida desde otra perspectiva!
Como 100pr chvr el post... tan hasta las webas es el gordito?
Publicar un comentario