sábado, 23 de agosto de 2008

Maldiciones y Aquellarres...

Nacido bajo el signo de “Chala*”, hace más de 27 años, tras una serie de eventos desafortunados y luego de un venturoso parto y felicidad para dos familias. Una bruja despechada por mí padre, gitana decían, serrana diría, lanzó una maldición que me habría de perseguir toda una vida. “Y he ahí que éste niño nacerá y vivirá feliz, pero el día que se enamore sufrirá eternas pesadillas de persecución y donde será objeto de zafias burlas, donde soñará con infidelidades y cuernos, pesadillas que mellarán su ego y su seguridad” (sic). Años después, tras portarme mal, luego de reventar y romper un corazón sincero. Dicha mujer, entre sollozos e iras me lanzaría la segunda maldición “Deseo que todas las cosas que me has hecho, todas las infidelidades y pendejadas que me tocaron de tu parte sean sueños de tú futuro, y te persigan por los siglos de los siglos. Cabrón hijoeputa” (sic).

Y me cagué de risa, pensando que era un gran conquistador, un pendejo de antología, un boy scout que se acababa de llevar una medallita más para colgar en su camisa verde follaje. Orgulloso de pecho inflamado, caminaba, andaba y vivía acumulando féminas, a las cuales engañaba, tomaba y dejaba. Todos felices, todos contentos. “El día que me enamore me cortó un huevo”, comenté simplonamente a uno de los idiotas que me secundaba siempre. Hasta que me enamoré, y los problemas, maldiciones y eufemismos empezaron a inundar y alicatar mis noches, hasta ese momento placenteras, con macabras apariciones de mí ex armada. Todo aguantable hasta que…

Hace tres noches, me encontraba en un estadio o coliseo repleto de gente. La gente aplaudía, se reía, se burlaba. Todos atentos al medio de la cancha, prenden la luz y una voz en off me sorprendió “Con ustedes la atracción del año, deeeeeeel siiiiiglo, el hombre más cornudo del mundo” (sic). Las risotadas y dedos burlones me persiguieron. Luego desperté, sudoroso, exaltado, encolerizado. Yo "esa" atracción circense.
Intenté pensar, en mí paranoico cerebro, que todo era una mera pesadilla, y que no podía tomarme en serio tamaña idiotez. Craso error, por que soy un idiota de campeonato que se toma en serio todas las idioteces del mundo, más aún si las sueño. Más aún si esos sueños vienen cargados de infidelidades y eternas burlas sentenciadas por una bruja despechada y un ángel burlado.

Ese mismo día, horas después, en mi tercer aniversario (el más feliz y sincero) cené, degusté y probé amor. Incontinenti, tras media sangría y algunas cervezas, mí cerebro empezó a maquinar la “venganza del ángel”. Distorsionando toda la realidad y convirtiéndola en una ficción muy bien realizada y producida empecé una discusión sin sentido y sin parámetros. Mí tercer aniversario, muy feliz hasta ese momento, se fue a la mierda, el resto es historia. Si señores, yo también aplaudo a Miss C por tamaña paciencia y amor. Te admiro Miss C, te idolatro Miss C.
Ahora, a pesar de correr el riesgo de un estruendoso infarto y una cruel y merecida impotencia que haga de mí hombría un guiñapo sin fuste, tomo un par de pastillas para poder dormir tranquilo. Al menos las pesadillas no me persiguen y si lo hacen, es tan profundo el sueño que no recuerdo nada y si intentará recordar, siempre hay una pastilla para idiotizarme y hacerme olvidar.
Benvenuto impotenza.
*Chala: Peruanismo, proveniente de la vulgarísima frase ven pa´cachala.

viernes, 8 de agosto de 2008

Manual para caerme bien...

Me gusta ser escuchado, me gusta hablar idioteces con gente idiota; y charlar de política, ideas nuevas y actualidad con gente inteligente, preparada, para aprender y lucirme. Soy demasiado picón y nunca (DIJE NUNCA) me gusta perder. Y si pierdo, lo hago con hidalguía, pero ante un adversario de tertulias superior a mí, digamos que perdería feliz ante un político, locuaz y etcétera como Javier Valle Riestra. Escucharía plácido a Hildebrandt.
Detesto a la gente que sólo habla de dinero, que piensa que siendo un feliz heredero de las reformas de Velasco Alvarado va a suplir su autoestima con dinero. Y que sólo habla de supuestos negocios, préstamos o tarjetas de crédito. Me llega al pincho al estúpido que cree que porque su familia es aprista, él puede cantar “Y alucine, alucine, alucine que tenía poder…” mediocres. No volveré a votar por el Apra, tampoco lo haría por los Humala, pero cada vez más me decepciono de estos temas. Y yo que pensaba ser político algún día. Ni cagando compartiría escaños con el eunuco y aliento de chicha de Miro Ruíz. (Lo odio más que a todo en éste mundo)
Me llega al pincho viajar y que nunca pueda dormir en el trayecto, las piernas se me adormecen con gran facilidad y orino cada diez minutos. En cada curva (peligrosa) me levantó aterrorizado y sudoroso esperando un triste desenlace. Viendo cuantas cabezas voy a tener que pisar para salir del bus, luego de 3 vueltas de campana. Si estoy de buen humor, digamos escuchando Calamaro, si me imagino salvando vidas.
Me encanta la playa, adora Yacila (al norte de Piura), veraneo ahí desde que era un feto. Me gusta emborracharme y caer en el cerro de arena mirando las estrellas y hablando idioteces con alguien o sólo. O pensar en cosas bonitas y frases subidas de azúcar, en caso esté alguien interesante a mi lado. Adoro recordar la tardes yacileras de hace décadas con mí abuelita (+) y sus manjares sabatinos y sus postres exquisitos.
Odio, detesto, aborrezco, me indigestan, me enferman y abomino a la gente que cree que porque tiene un poco de poder puede hablar sandeces y soberanas estupideces y TODO, everybody tienen que reírse de tamañas cagadas. Pero peor me caen los babosos que se ríen, haciendo la vez de portátil de sobonerías del boss.
Me gusta viajar tramos cortos, escuchando música, fumando y pensando en cosas que diría a personas que no veo hace mucho tiempo (porque me odian). Que canciones les dedicaría y de que forma les pediría disculpas y perdones por tanta malquerencia. Me contento imaginando buenas respuestas y a veces se me pone la piel de gallina de la emoción escuchando Calamaro y recordando hechos infames.
Disfruto al máximo las inmensas reuniones familiares tocando guitarra y cantando con los Balmaceda. Adoro los domingos en mí casa, en mí pequeño núcleo familiar con mi abuelo (tata), mis hermanos, padres y tíos. Me cago de risa alucinando a mí abuelo y sus historias de antaño, es como ver el Chavo del 8 miles de veces y seguirse riendo. Es orgásmico hacer reír a la gente y que te retribuyan con risotadas acompañadas de aplausos.
Detesto no poder vivir de lo que más me gusta, y de lo que creo es lo único que me da vida: escribir. Me gustaría fugarme a una playa (Yacila) y quedarme durante un año escribiendo, regresar, presentar mí libro. Firmar para una editora extranjera, que mí libro sea reeditado en 10 idiomas y seguir escribiendo por el resto de mí vida sin preocuparme cómo pagar las simples deudas que tengo, y cómo saciar mí apetito voraz. Me gustaría reformar la educación en el Perú.
Me encantaría ser adicto al deporte, pero detesto el gym y me llega al pincho levantarme temprano a correr y/o ir a hacer algún tipo de ejercicio físico. Prefiero quedarme en mí cama, junto a mis seis almohadas leyendo un buen libro, y apuntando ideas y frases nuevas para una novela o un cuento, imaginando coherentes proposiciones y sospechando que: Las mentes brillantes manejan ideas; las mentes corrientes hablan de actualidades; las mentes mediocres hablan de los demás...

martes, 5 de agosto de 2008

De ficciones acertadas...

Hasta hace muy poco tiempo no creía en el amor y odio, en el amor a primera vista o en un remoto amor a primer beso. De eso podría estar hablando hace unos 100 años atrás. Hoy, analizando mejor la situación que no me toco vivir, he llegado a la ineficaz conclusión, subjetiva obviamente (como todo en mí), que el ser humano se enamora una sola vez en su vida y luego odia muchas más, como quieran verlo. La misma chola, diferente calzón.
Quinientos años atrás, en sosa tertulia con un grupo de enemigos, yo defendía el desacertado punto de que el amor no existe, que es costumbre, que es muy fácil desenamorarse de una persona, es cuestión de querer olvidarse y nada más. Que el amor a primera vista no existe, porque cada vez que te enamoras lo haces de manera diferente, dependiendo de la situación, dependiendo de la persona, dependiendo de la edad y de las ganas. Y me imagino que esta teoría no es tan inexacta que digamos, a las finales el amor se lleva en "las cabezas" y no en el corazón.

Tuve, en ocasiones, la desfachatez de dar consejos de: Cómo olvidarse de alguien, de Cómo desterrar la desdicha de tu “corazón”, llegue hasta el punto de burlarme de todos los que sufrían por amor, de verlos como seres extraños, entes sub-desarrollados, que necesitaban sufrir para aprender y evolucionar su karma, unos perdedores totales. Buena loser. Fuck you stupid boy. En mí locura me hice un auto-análisis sobre mí conducta anti-emocional, mí manera de in-pensar, de in-actuar y llegue a la conclusión que yo no había nacido para el amor, es más, cada canción que hablaba de desamor era acuñada, inconscientemente, a mí vida cotidiana. Burdo estúpido que no se dan cuenta que el desamor era una falta de amor, o simplemente una falta de fe en algo que no vez.

Tendría, entonces, algún síndrome post traumático de alguna de mis relaciones pasadas?, tendría miedo a enamorarme de verdad?, me hice estas preguntas hace 48 años y recién ahorita me vengo a dar cuenta que estaba totalmente erróneo, recién a las 3 de la mañana y con un gran insomnio. Una vez hace 215 años me desenamore por primera vez en mí vida, de una persona que casi valía todo el oro del mundo, casi todos los pensamientos más impuros del universo y casi todas las malas intenciones urbanas. Ni yo lo entiendo. Me desenamore como nunca lo había hecho nadie, shakespeare podría haberse inspirado en mí puro desafecto para escribir sus libros, pero también cometí los eventos más estúpidos que alguien se podría imaginar, no podría llamarlos errores, ni las bestias más feroces pueden hacer tanto daño como el ser humano, somos de por si una bandada de animales destructores o mejor dicho tontamente autodestructivos.

Destroce toda esa buena fe, todo ese único amor, desprotegí lo que más quise, hasta el punto que termine abandonándolo todo, con la certeza que lo volvería a encontrar en el mismo sitio que lo había dejado cuando regresara, craso error, maldita vanidad, nunca lo volví a encontrar. Perdí, por mí culpa, eso lo reconozco. Como diría la canción acuñada al tema: “De tanto jugar con quien yo más quería, perdí sin querer, lo mejor que tenía. De tanto ocultar la verdad con mentiras, engañe sin saber que era yo quien perdía. Me olvide de vivir, ya nosé lo que siento.” Bla bla y más bla. ¿Qué, te la creíste?...Ni tanto, nunca es para tanto, ni para ti tampoco.