Desperté y en mi cerebro retumbaba la canción "More than words" salpicada con una mezcla de angustia, ansiedad y unas ganas supremas de verte. Recordé que me había pasado toda la madrugada soñando contigo, cosa rarísima porque no sabía de ti bastantes años, ni tampoco había escuchado tu nombre ni por asomo. Pero entendí que así es la mente, traicionera y tan hija de puta que te trae recuerdos tan bonitos cuando menos los necesitas. Entonces me vi sentado frente a la PC de mi angosta oficina sin una puta idea de lo que tenía que hacer, sin una putísima idea de porque en mis sueños te había abrazado tan fuerte que casi mimetice tu piel con la mía, sin una reputísima idea de porque me sentí tan bien de verte (en sueños) y volver a reírnos a carcajadas.
Es injusto, es ilógico, pero te lo explico así: meses han pasado desde que sentí la imperiosa necesidad de escribir, años han pasado desde que te vi por última vez, lustros han pasado desde la última vez que te hice el amor en casa de tu abuelo, miles de horas sin tu presencia y tu sonrisa y esa peculiar forma de sacarme de este mundo sólo con los olores de cada parte de tu cuerpo.
Entonces, te propongo lo siguiente: encontrémomos, veámonos, conversemos, riamos juntos, recordemos lo que no debemos recordar, déjame tomarte por última vez la mano y decirte lo muchísimo que en sueños te sigo queriendo, aunque cuando despierto sé que no es así, que no debería ser así, que no tiene lógica, pero como lo sabes, mi cerebro no se rige por lo correcto y adecuado. Veámonos por última vez y déjame darte un abrazo tan fuerte que tu olor pase a ser parte de mi olor, déjame darte un último beso tan intenso que tus labios queden temblando como antes lo hacían. Déjame despedirme de ti y pedirte disculpas por mi malquerencia, antes que el avión del destino nos lleve más lejos de lo que ya estamos...
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