lunes, 4 de febrero de 2008

Doce caracteres


Nosé como empezar a decirte todo esto, si es que sólo tengo 160 caracteres en mí celular, no es que no quiera escribirte más, sólo que he decidido no hacerlo por mí salud mental. Después de 5 años a tú lado me he dado cuenta que eres peligrosa, tal vez ya sea muy tarde y no pueda salir del abismo, pero al menos lo intentaré, así que éste será mi último mensaje y después cambiaré de celular, de email, de dirección, de vida, de lugares, de nombre, de estatus, de fisonomía, de pensamiento, palabra, de profesión, de obra y omisión; de hábitos, de familiares, de nombres, de color, de talla, de peso, de recuerdos, de ojos, de oídos, de olores, de heridas, de saliva, de sangre, de lunares, de vellos, de sabores, de semen, de callos, de uñas, de costras y de moho, de agilidad, de dientes, de lengua, de gustos, cambiaré todo, de amigos, de conocidos, de enemigos, de amores y de odios, cambiaré de resentimientos, de guerras, de rivales y también de tendencias.
Cambiaré de cabellos, de mascotas y de esclavas, de susceptibilidades, de glóbulos blancos, de hematomas, de células, de músculos, de tejidos, de nervios, de huesos, de próstata, de estómago, de pelvis, de malditas costillas, de diafragma, de columna y de vértebras, cambiaré todo, absolutamente todo, de encías, de articulaciones, de ligamentos y también mis arrodillables meniscos, de codos y de mí exoesqueleto cardiaco, de caderas y de cintura, dejaré atrás mis dos pies izquierdos, y mis manos traviesas, cambiaré de pectorales y de abdomen, truequearé un gemelo y un trapecio, abandonaré mis bíceps y mis deltoides, mis glúteos los dejo en tus uñas desgarradoras, donaré mis corneas y mí aorta, cambiaré de coxis, de lumbago, de perfil otra vez, de tendones y de condones, cortaré mí femoral y mí medula espinal, cambiaré de cerebelo, de cerebro y de dendritas, quemaré las últimas neuronas que me dejaste, cambiaré de páncreas, de glándulas y de riñones, suplantaré mis intestinos por cables de teléfono y mí vejiga la arrojaré a un baño público, cambiaré de glándulas sexuales y de orgasmos.
Degollaré mis parpados y mis lacrimales, me quedaré sólo con la miopía y el astigmatismo, el martillo, el yunque y el tímpano ya no los tengo, cambiaré de pubis, de gustos y de aromas, destrozaré mí estómago corrupto, cambiaré de úlceras y de bichos, mudaré de esófago, de tráquea, de píloro, de bilis y duodeno; así mutaré mis arterias y mis jugos gástricos, relevaré mis hormonas por gas metano, dejaré mí apéndice al aire libre para que se intoxique con los celos que nunca abandonaré, reemplazaré mis calorías con cafeína y tabaco, supliré la soledad con frustraciones pasadas y nostalgias en salsa de marihuana; mudaré de piel y expulsaré mí oxigeno, hidrógeno, nitrógeno y carbono, cambiaré de pulmones, de bronquiolos y de creencias, alternaré mis cuerdas vocales por cuerdas de guitarra bohemia, reemplazaré mí frente por la de un alce, y mis ojos traidores por los de un topo; cambiaré de glucógeno, de úrea, de azúcar y de aminoácidos, mudaré de cólon y de uretra, subsistiré a las heces del amor no correspondido, corregiré mí pituitaria y mí pineal, enmendaré mis caminos, mi tiroides y mí masa corporal tan vapuleada.
Ratificaré a mis cromosomas, centriolos y núcleos; preservaré mí sentido del humor, mis valores y mí risa irónica; desterraré mis glándulas sudoríparas, alicataré mis poros de brea blanca, y quemaré mis axilas; pasteurizaré mi alma, la inocularé contra el ántrax sentimental, colapsaré mis alvéolos con dentina y bañaré de morfina mis pasiones.
Si todo eso no cabe en 160 caracteres, pues lo resumiré en 12, que dicen todo y dicen nada, que es el fin y el principio, mí génesis y colofón de la mierda que fue todo esto: ADIOS PÉRFIDA.

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